-¿Qué ocurrió con lo que decías sobre lo peor de nuestras vidas?
-Pues que ya lo he olvidado.
-Olvidas demasiado pronto.
-No puedo evitarlo.
-Pero, ¿sabes, por lo menos, por qué lo decías?
-Sí, porque pensaba así. Simplemente.
-¿Y ahora?
-Ahora sé que estaba equivocado. Nuestras vidas se han juntado siguiendo una pauta y un destino marcados y no había más remedio, aunque no quisiéramos, que seguirlos.
-Pero, ¿de qué hablas? Tú y yo nos amamos.
-Claro, siguiendo el rumbo del destino, como ya te he dicho.
-¿Y de verdad que estás convencido de eso?
-Absolutamente. Y si lo estudias detenidamente tú también lo estarás. Bueno, dejemos de charlar y sigamos con lo programado para el día de hoy. Si no, ellos se enfadarán.
-Sí, tienes razón. Estos humanos no tienen sentimientos.
-No se parecen a nosotros. Ya ves, hasta los pobres androides conseguimos amar aunque hayamos sido programados para ello.
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