Sigo esperándote sentado en la acera, frente a la casa, por si bajas del autobús, me entretengo conversando con los compañeros mientras juegan al ajedrez; la otra tarde tuve un accidente mientras jugaba a la pelota, así que aquí me tienes, quieto y escribiéndote. No pierdo la esperanza de escuchar la voz de la superiora dándome la noticia, sé que te voy a abrazar fuerte, así como vengas, con lo que traigas puesto y con lo que cargues en tu espíritu, te prometo que me voy a entregar en cuerpo y alma a ti, seremos felices juntos, nunca más te sentirás sola.
Aquí entre nos, todos quieren una muy joven, pero a mí no me importa, me basta con que el cielo permita que nuestros caminos se crucen en algún momento porque sería muy triste no conocerte. Tengo la camisa y el pantalón en el armario, muy bien planchados para el día de nuestro encuentro. Estaba preocupado por no hacerlo bien, pero pierde cuidado, me he parado frente al espejo las suficientes veces, ensayando la primera vez que te diga mamá.
Te amo desde siempre.
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