Se cuchicheaba que era su novio, pero me conto la verdad entre risas:
Sucede que hoy no pudo venir por mí, y es mi papá.
Ah –le contesté, mi cerebro se atascó y de momento estaba construyendo una historia imaginaria, contemplando la cara de complacencia de su padre cuando le confesaba que yo era su novio, lo vi abrazarme, pedirme que la cuidará y me quede ahí…
Creo que te perdiste unos minutos – dijo burlándose, después de despertarme con un apretón en las mejillas –
¿Perdón? –reaccioné-
No quise interrumpir tus andanzas mentales, pero debo irme –continuó- espero puedas contarme después en que planeta estabas… y gracias por las flores.
Si me das dos minutos puedo contarte ahora –le dije- probablemente no habrá otra oportunidad.
Supongo que sí –respondió decidida- te escucho.
No sabía cómo lidiar con la idea de tu presencia irrealizable, quiero decir… así como estamos ahora, platicando de cosas que no son de la facultad; la cosa es que a veces buscaba tú aroma entre la gente pero después recordé que no lo conocía y te invente uno propio.
Me miró con expresión desencajada: ¿Ah sí? ¿Y cómo es el aroma?
Parecido al de las rosas, siempre hay una en mi recámara… ¿Ves? sin que lo sepas me haces compañía.
Viene el autobús Alex –contestó sonrojada-
Espero podamos hablar otro día Julia –le dije- y disculpa el atrevimiento.
Estoy tomando clases de dibujo en la casa de cultura –agregó- los sábados a las tres, puedes venir algún día si gustas.
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