METÁSTASIS POR TRISTEZA
Por JoséLuis
Enviado el 04/06/2019, clasificado en Amor / Románticos
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35 - METASTASIS POR TRISTEZA
Me encandiló el haber conocido a tan maravillosa criatura. Una mujer de aspecto frágil pero curtida por el dolor, bajita, rubia ( teñida ) de ojos azules ( lentillas ), muy delgada y elegante, una mujer femenina en exceso y cuya extrema timidez atacó con tanta fuerza mi corazón que desde que la conocí deseé que fuera mi pareja. La mujer a la que cuidar y proteger y con la que intentar ser feliz....Y realmente así fue
Su vida - la que desconocía - me conmovió de tal manera que solo vivía por hacerla la mujer más dichosa del mundo, me encantaba hacer realidad sus sueños al mismo tiempo que hacerla sentir el verdadero significado de lo que es querer y amar. Sé que lo logré y también me sentí correspondido. Su pasado tumultuoso la tuvo demasiados años nadando en la tristeza más absoluta y pendiente de no ahogarse entre tanto sufrimiento ( fue una mujer MALTRATADA ). Realmente era una LUCHADORA con mayúsculas
Sus gestos, su sonrisa contenida, su larga melena rubia, su coqueteo y feminidad escondían la más terrible secuela y posterior enfermedad que uno pueda imaginar. Yo quise ayudarla, hacerla sentir que la ternura y el amor real existe y pronto me convertí no sólo en su pareja y confidente de tantos silencios ocultos sino en SU MEDICO; dispuesto a ofrecer todo mi apoyo, afecto y conocimiento con tal de tenerla siempre feliz junto a mí.
Su cirujano del alma practicó su primera incisión a la altura de la tristeza, entre la melancolía y la nostalgia, cortando despacito con el filo de sus palabras. Enseguida aprecié su confianza ciega en mí persona. Sus miedos desaparecían en mi compañía y los besos tímidos y a escondidas se tornarón en frecuentes y efusivos. Experimentábamos juntos la ingravidez en la que se vive cuando se es feliz; flotábamos y por ello nuestras manos siempre estaban entrelazadas, no deseábamos separarnos ni un solo instante
Palpando con precisión aquella ternura de primoroso cariño desnudo que ella mostraba, conseguí abrir con el bisturí de mi interés todo su interior y enseguida me percaté horrorizado de que aquella operación, resultaría más grave que las sencillas maniobras de amor a las que estaba acostumbrado. Ella se desangraba por una defectuosa amargura crónica congénita, que nunca expuso a nadie por miedos difíciles de entender y más dolorosos de explicar.
Sin perder los nervios, raudo, yo su cirujano exclamé !!! pronto, dulzura ¡¡¡, más dulzura !! y más dosis de cariño y afecto y todo ello inyectado directamente en sus venas al mismo tiempo que los jeringazos de caricias intentaban limpiar sus penas.....y así velozmente ejecuté una transfusión de urgencia con todos los fármacos que mi ser guardaba. Le administré una importante cantidad de intensos besos, píldoras cargadas de ternura y vigilias enteras de amor desmedido...pero sus constantes vitales no variaban y la paciente seguía perdiendo gran cantidad de lágrimas. Las gotas se perdían por el alfombrado de aquel quirófano acariciado por una brisa suave que mariposeaba entre las cortinas, con vistas al horizonte del mediterráneo en calma; era la mar, en donde nuestro amor y manos siempre entrelazadas hacían idílico las numerosas visitas a las que sometíamos a la fina arena y al rumor y observancia de las olas.
A pesar del efecto sedante de mis abrazos llenos del inmenso cariño que uno pueda imaginar, por un momento, ella recobró la conciencia incluso esbozó esa preciosa sonrisa y pareció querer articular palabras. Acerqué mi oído a su boca para tratar de entenderla y conseguí sentir su débil pulso que a pesar de todo sonaba vivo. "Te quiero mucho" entendí. Mi respuesta fue automática: "cari, te amo". Entonces me alejé un instante para coger de una habitación contigua, el ungüento que a ella tanto le gustaba para aliviar las generalizadas molestias que todo su pequeño cuerpo padecía, era casi como un último recurso. Pero cuando regresé, la cama estaba vacía. El silencio aflojó mis manos al mismo tiempo que mi cerebro enmudeció y la crema se precipitó a la alfombra. Mis ojos se perdieron entre las vaporosas cortinas de la terraza abierta y como un metal imantado por la brisa, llegué empujado de forma violenta hasta el balcón. Lancé mi mirada al abismo desde el octavo piso y allí abajo, a lo lejos, en lo más profundo del aire, estaba ella, quieta, inevitablemente inmóvil, mirando la acera de cerca, boca abajo, como un dibujo horrible y muy mal hecho. Mis ojos lloraban, mientras mi corazón se desangraba, mi vista se nubló con el acuoso líquido salino, pero rápidamente y sin pensarlo salté !!!, salté de urgencia por la barandilla para socorrerla. Nada pude hacer.
Morí; ciertamente morí en ese instante y sentí en toda su crudeza el profundo desgarro y dolor que siente el cuerpo cuando parte del mismo es arrancado de forma tan violenta. Por Dios.....no nos merecíamos esto; con lo felices que éramos
Fue en ese momento cuando realmente sentí que mi amada era parte de mi ser; es más....era yo, éramos uno. Su cáncer la mató y a mí me llevó detrás.
En la autopsia de mi cerebro solo hay evidencia de que tantos años pasados con miedos paralizantes, amarguras, penas e infortunios y mucha mucha TRISTEZA dejaron huella y generaron METASTASIS
Su médico hizo todo lo que estuvo en sus manos y sus infinitos cuidados y atenciones mas las dosis excesivas de amor con la que la chutaba sólo fueron el sustituto de la morfina que alivió la enfermedad que lastraba; su viaje llevaba el sello de "solo ida y no acepta devolución". Solo tuve tiempo de llenar sus últimos años de una paz y felicidad más que merecida y de cerrar su maleta con un amor desbordante
Ahora me consuela su recuerdo, la praxis de mi buen hacer y la satisfacción de saber que tras un decalustro he sido muy afortunado por conocer el verdadero amor de mi vida. Un amor entre paciente y médico.....un amor increible, inolvidable.
?ABRIL 2018
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