Aparecer y desaparecer

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1-Desaparecer con mis miedos.

 

   Desaparecer en la noche y una cama con reloj es lo único que me hace falta para pensar en lo que me pasó.

(junio de 2016)

   Faltaban cuatro minutos más o menos para llegar a mi objetivo. Iba caminando por unas calles estrechas mientras llovía y con los auriculares puestos. No era consciente de por donde pisaba ya que la música melódica con violines me disociaba de la realidad. Sabía desde el inicio cual era mi plan, donde tenía que ir y qué dirección tenía que recorrer. Ese lugar final se acercaba por instantes. El tema en mi mente era ir al cine de mi barrio por una película que tenía muchas ganas de ver. Pero que no sería mi destino ya que no contaba con un desenlace que lo cambiaria todo. De camino por mi trayectoria pensaba en que la muerte me había rondado hacia solo dos meses y que a la vez en un mismo instante ya mezclaba esos pensamientos con los de una mujer que podría cambiar mi rumbo y que seguramente me enamorara por completo en breve, (La cual había conocido un mes antes). Era una posibilidad pero que, si ya pensaba así, iría a más ese sentimiento. Lo percibía.

   Seguía mis pasos mientras la pensaba con fuerza, pisando a la vez charcos pequeños para sentirme un poco como los niños chicos que frivolizan con todo. Enamorándome cada vez más, paso a paso y de pensamiento en pensamiento, pasaban los segundos fugaces. Con cara de bobo y viendo las gotas estrellándose contra otras en el suelo, mezclé pasión e idiotez. Luego brazos medio abiertos y ojos cerrados para variar de tontería. Sentía también el agua hacer un recorrido por mi cabeza, que seguía por la cara, cuello y se iba metiendo por dentro de mi ropa. Así empapándome iban en aumento las lágrimas ya libres que se fundían en todo. Lagrimas que sin avisar vinieron.

   El murmullo de uno de mis mayores miedos se ha encendido pensé, justo al pisar otro charco (el quinto creo). Perderle el miedo al miedo no es tarea fácil.

   Desconectado ya de la vida real me enganché a una de mis pesadillas. La belleza horrible de un miedo se pronunció dentro de mí, la soledad. Esa cosa que, para mí es de alta calidad, una soledad de calidad la llamo yo. Infinitos temblores parezco sufrir cuando la siento y sin temblar.

   Por dentro las cosas seguían mal y palabras no bienvenidas se me apropiaban de todo mi cuerpo. Es fascinante que cuando no controlo se me enreda más de un pensamiento negativo a la vez, y en aquel caso fueron dos de mis mayores miedos que se juntaron y crearon una fusión que me sigue de cerca todavía después de dos años. Y parece que para conmigo quedarse por siempre.

   “El miedo a morir se acaba de instalar de repente y sin avisar” eso fue lo que percibí en aquel trayecto de ida al cine. La soledad y la muerte hicieron un pacto para destruirme. De golpe frené mis pasos, di media vuelta y volví a casa.

   Desde aquel día no paro de pensar que la posibilidad de morir algún día en soledad me aterra y que para superar eso tendré que estar entretenido. Quizás buscar un trabajo, escribir novelas, estar enamorado de alguien, tener hijos, tener y cuidar a los amigos, viajar, ver películas, salir a cenar, a bailar, etc. ¿Me ayudará esta genial idea de tener cosas que hacer y con quien compartirlas?

   El problema es cuando voy a dormir ya que en muchas ocasiones los relojes existen en mi interior y no consigo frenar que los minutos pasen. La vida huye sin darme la mano y yo intento seguirla para no perderme solo. Entonces me doy cuenta de que el tiempo pasa más rápido aún y la única forma que tengo de parar todo este movimiento frenético seria desaparecer con mis miedos de una vez por todas. Salir de aquí y no volver jamás. Desaparecer con mis miedos será mi fin.

 

2- Aparecer con mi valentía

 

   Aparecer de día en una cama sin relojes es lo único que me hace falta para pensar en lo que me pasó.

(abril de 2016)

   Faltaban cuatro minutos más o menos para que el doctor llegará. Tumbado allí, encerrado, angustiado, esperando, pensativo y protegido del exterior. No era consciente aún de lo que me esperaba pasar las siguientes dos semanas ingresado ya en ese hospital. La peor época de mi vida. Ni tampoco que en un mes más conocería a una “chica preciosa en todo”.

   Mientras llegaba el doctor, no sabía qué hacer y me puse música. La quité al minuto ya que la primera canción que sonó fue una titulada “por respirar”.

Nunca había escuchado aquella melodía…

 

“Por respirar, por confiar de nuevo y volver a creer.

Por confiar, por respirar serena y saber esperar.

Renacerás. Será un regalo de tu propia fe.

Tu propia cuna la que has de mecer cantando en la alborada.

Renacerás. Si no te empeñas en querer sufrir.

Precioso tiempo tu vida ha de ser, preciosa perla rara.”

 

   No pude más y exploté a llorar. Estaba muy triste y me temía lo peor. Que me tendrían que operar ya que estaba hecho mierda. Era un hecho.

   Los siguientes dos minutos me dediqué a pensar en lo que había hecho mal y a seguir de bajón dirección a traspasar todos los suelos y llegar a perforar todas las capas posibles para llegar quizás a otro océano que dicen que esta debajo de la tierra. No podía detener la magia malvada de la pena.

   Por fin llegó el doctor acompañado de unas cinco personas más para darme la noticia…

   -Sin rodeos Carlos, estas muy mal y hay que operar. No te preocupes porque es una operación grave, pero estamos muy acostumbrados. Cuando salgas tendrás una vida normal y todo esto habrá pasado.

   Madre mía, Cuando escuché aquello, se me cortaron las lágrimas y acepté al rato lo inevitable. La única salida posible hacia el mundo exterior era operar y recuperarme.

   Empecé a darme cuenta de que mi existencia no iba a acabar ahí y empecé a fabricar pequeños sueños positivos.

   Cuando salga y este bien lo primero que haré será ir a comerme un bocadillo de jamón del más caro, que llevo dieciséis días sin comer. Luego lo segundo que haré será ir a ver a mi sobrino, que acaba de nacer. Lo tercero será ir al cine que ya toca. Y de repente surgió dentro de mí una explosión de pensamientos alegres que no dejaban de desfilar. Es increíble a veces que en un estado o situación critica también se acercan los lados positivos y me di cuenta de que en cualquier segundo de mi vida puedo aparecer de repente con mi valentía.


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