La Dama del Alba y el Señor del Ocaso

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La Dama del Alba sabía que su fin estaba cerca, sus muchos años de servicio junto Al Señor del Ocaso habían pasado factura a su ya anciano cuerpo, y había llegado el momento de pasar el testigo a una nueva Dama.

La suya era una familia muy especial, aunque para el resto del pueblo no fuera más que otra familia de labradores más. Las mujeres de la familia eran portadoras de un poder imprescindible para mantener alejado el caos de su mundo.

El último de los soles acababa de ponerse cuando llego al pueblo, las sombras la abrazaron amorosamente para permitir que su presencia no fuera percibida. La que en otro tiempo fuera su casa familiar reacciono a su presencia permitiendo su paso.

Entro en la habitación donde dormía plácidamente una muchachita, era la hija de una de sus primas y era la elegida. Ella sería la que continuaría su labor. Cuidadosamente poso su arrugada mano sobre la niña y pronuncio con un susurro quedo el que sería su último conjuro.

Sintió como se iba desdibujando, consciente de sus últimos instantes dejo que la paz inundase lo que quedaba de su ser. De la Dama del Alba no quedaba más que un recuerdo en el corazón de aquella niñita que todavía dormía.

Al despertar la niña no se reconocía a sí misma, sabía que tenía un nombre propio que nunca más seria pronunciado en su presencia. Supo que había sido la elegida que era la La Dama del Alba. Las voces de las que la habían precedido habitaban en su interior ayudándola en este trance.

Primus comenzaba a despuntar cuando abandono su hogar, las voces en su interior no dejaban de repetir que debía buscar a quien sería su compañero El Señor del Ocaso antes de que Ursus volviera a despuntar. Solo tenía 6 ocasos para lograrlo.

Recorrió caminos empedrados y sendas escondidas, siempre envuelta en una bruma que la protegía de ojos curiosos. Por fin llego a las altas cumbres donde se encontraba una pequeña caverna helada, al fondo algo relucía con una luz fría y a la vez cálida.

La luz parecía escapar e iba internándose más y más en aquella misteriosa gruta, ya no era capaz de recordar cuanto tiempo llevaba caminando cuando al fin se abrió ante ella una sala circular, en el centro resplandecía una figura helada.

Había logrado llegar hasta el Señor del Ocaso. Poso sus manos en la extraña estructura sobre la que se encontraba. Un gran resplandor inundo la estancia y contemplo como El Señor revivía. Sus manos se encontraron y toda la historia familiar cobro vida entorno a ellos.

En el comienzo de los tiempos su familia llego a aquel planeta como uno de tantos que buscaban donde sobrevivir tras la destrucción del Sol.

Todos los sistemas indicaban que al atmosfera era compatible para su vida, pero no terminaban de atreverse a salir.

De repente, dos hermanos se soltaron de las manos de sus padres y corrieron hacia la rampa de salida. Mientras se oiga el grito de miedo de su madre posaron sus pies en esa nueva tierra y el destino de su familia quedo marcado para siempre.

Eran la Dama del Alba y el Señor del Ocaso, aunque ellos todavía no lo sabían. 

Pocos minutos después el resto de los componentes de la expedición comenzaron a salir, entre miedo y alegría se dieron cuenta que habían encontrado un lugar donde podrían sobrevivir. Enviaron las coordenadas al resto de las naves con la esperanza de que algunos más llegasen hasta ellos.

Poco a poco la vida de todos fue estabilizándose, llegaron otras naves y se crearon otros pueblos. Su nueva vida era más sencilla, más pausada y su anterior hogar se fue perdiendo en la memoria.

Habían llevado consigo muestras de animales y plantas del que otro tiempo fuera su planeta hasta esta su nueva casa. Cuando comenzaron a introducirlas comprobaron que al igual que ellos se adaptaban de forma casi instantánea a la nueva atmosfera.

Los pocos científicos que habían llegado hasta el planeta intentaban averiguar las causas de tan rápida adaptación pero no conseguían descubrir nada. No sospechaban que la respuesta estaba en aquellos dos niños que se escaparon de sus padres.

Pasaron unos años y aquellos niños se transformaron en dos jóvenes fuertes y valerosos, continuamente salían a explorar, parecía que tenían un don especial para dar con las mejores zonas de cultivo, con los frutos más sabrosos y las aguas más frescas.  Pero había algo que todavía no sabían.

Cuando pusieron sus pies por primera vez en el planeta entraron en comunión con él, la magia de su nuevo mundo pasó a formar parte de ellos y ellos formarían a partir de ese momento  una parte importante para mantener el equilibrio del mismo.

El día de su 19 cumpleaños la magia que les había acompañado hasta el momento de forma silenciosa se transformó en una realidad que transformaría el futuro de los mellizos y de todas las vidas del planeta.

De repente no recordaban sus nombres, todo el pueblo comenzó a llamarles Dama del Alba y Señor del Ocaso, como si esos hubieran sido sus  nombres desde siempre. Ni siquiera sus padres les reconocían como hijos, no recordaban haber tenido hijos.

Ahora eran conscientes de cómo era en realidad el planeta que consideraban su hogar, No era solo un mundo afable en el que todos los organismos eran bien aceptados, con un clima amigable.

Realmente el planeta que conocían hasta el momento no es más que una de las tres dimensiones que lo conforman. Cada una de estas dimensiones está dominada y conformada por el sol o soles que la ilumina.

El reino de Primus es un erial de potente luz y abrasador calor, donde no existe la noche; habitado por seres de fuego en continuo movimiento. Buscan algo que no saben que es,  la oscuridad.

El reino de Ursus es oscuridad, con un día casi inexistente, unas pocas horas de ínfima claridad. Los informes seres que habitan esta dimensión, quedan ciegos durante esas horas.

El reino de Primus y Ursus es la única que ellos conocían. La magia del planeta ha transformada a La Dama del Alba en un poderoso ser de Primus, mientras que El Señor de Ocaso reina sobre Ursus. Pero ninguno de ellos habitara sus respectivas dimensiones.

La Dama del Alba vera su vida regida por el rápido movimiento de Primus, nunca más dormirá ya que para ella la noche no existe.

El lento movimiento de Ursus transforma al Señor del Ocaso en un ser cuasi inmortal, los siglos serán minutos para él.

La XXIX Dama del Alba y el I Señor del Ocaso, repiten en aquella misteriosa caverna la ancestral ceremonia del Equilibrio. De su relación dependerá que la vida de todos los demás sea pacifica o violenta. Si surgen disputas entre ellos, el equilibro de las tres dimensiones se verá alterado y las vidas de todos los seres de los 3 reinos cambiara.


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