Denunciar relato
No sé cómo ha ocurrido: los pies se enredaron entre la broza, tropecé y caí.
Rodé cuesta abajo, hasta lo más profundo. La piel se me iba llenando de heridas; el alma me iba escociendo cada vez más. Me detengo de un golpe. Todo oscurece.
Despierto, aturdida, con la sensación de que han pasado años y años mientras he estado inconsciente; y quizá sea verdad.
No soy capaz de sentir nada. Parece que la caída me ha hecho inerte.
O, quizá, todo esto sea una penosa metáfora de mi vida: una caída, donde el fin no es claridad ni destino, sino dolor y muerte.
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