El minutero

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Hace días que el tic-tac del minutero suena inconsistente, el Bufón lo saca  lentamente del bolsillo y sin perder sus movimientos teatrales  lo coloca en la palma de la mano izquierda, lo lleva a su oído, abriendo los ojos y la boca… si, inequívocamente, algo anda mal.

¡La cita! Calcula que la mujer tragasables debe haber llegado ya al lugar de la cita y se alarma, es tarde, decide partir… puntas de los dedos, uno y dos bombeos, ahora huele a perfume caro, el minutero puede esperar. Atraviesa el patio de ensayos, saluda a todos, camina de prisa, entre rechiflas y piropos, dice adiós a los tigres y disimula cuando pasa frente al carromato de la equilibrista, la escucha llorando, triste y desconsolada por perder al mejor partido del circo: él. Se ajusta la solapa en gesto de chulería.

Matador –le grita el hombre pájaro, el bufón hace reverencia y se quita el sombrero. Al camino.

Corta por la calle de los alfareros y se detiene, espera que la luz detenga el intenso tráfico de los lunes… observa el minutero, se ha detenido ¡pánico! Pero dos golpeteos lo corrigen y  el tic- tac se reanuda… es más tarde, pero ahora no sabe cuánto, los nervios amagan con traicionarlo pero avanza.

Está a punto de llegar y se detiene a comprar un clavel para su nueva enamorada:

¿Cuánto es? –pregunta hecho un problema-.

-Para usted el costo de un chiste, señor Bufón,  llevo mucho tiempo sin reírme-

Es tarde, pero es una buena oferta, hace una broma de mala gana,  da gracias y sigue…

Silencio total, se detiene en seco, intenta avanzar pero su pie está pegado al piso, lo miran con extrañeza los transeúntes, él sonríe nervioso, debe ser un error en su zapato, mueve la cabeza, pasa el clavel a su mano menos diestra y se agacha para desanudar el calzado, es tarde –piensa-.

No importa, feliz avanza dos pasos, sonriente, ha vencido al… se detiene en seco ¿qué puede ser ahora? se quita el calcetín, da dos pasos, sonriente, ha vencido al dest… se detiene en seco; berrinche y enfado lo están poseyendo, mira atentamente su pierna, no puede cortarla, se da por vencido… ya no llegará tarde, sucede que no llegará.

¡Debe ser el minutero! Sí, es el minutero, se ha detenido… táctica infalible: uno, dos, diez, cientos de golpeteos y no reanuda su curso ¡Mira! al otro lado de la calle pasa la mujer tragasables, camina indignada,  quizá dolida... ¡no puede gritarle!

Golpea nuevamente el minutero, no éxito. Lo abre, escucha las palabritas groseras de las manecillas y las observa saltar desde el centro, las ve alejarse entre la gente, la más grande voltea y le muestra la lengua… El Bufón está triste, sabe que ahora nunca más podrá moverse, se volverá estatua, el tiempo para él se ha detenido.


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