Deseo contenido... El dulce placer de volverla a ver.
Por DavidDeSiempre
Enviado el 21/07/2019, clasificado en Adultos / eróticos
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Y entonces caminaba saliendo de la iglesia cuando escuche “No puedo creerlo, David ¿eres tú?” esa voz, ese aroma que, a pesar de los años, llegó a mi mente devolviéndome casi diez años atrás cuando, por última vez su cuerpo desnudo estaba sobre mi sin saber que ya no habría una más.
Las graduaciones escolares de mi pueblo en Hidalgo sucedieron, yo fui invitado como padrino del hijo de un gran amigo mío, el cual, acepté con gran placer, el programa consistía en acudir primero a la misa, y posteriormente a la ceremonia en la Universidad.
Luego de algunas fotos, me dispuse a llegar a la escuela, mi esposa y el hijo de mi amigo se adelantaron al auto, cuando al caminar una voz inconfundible me estremeció desde la espalda, un dejavú me hizo voltear a ver a la dueña de ese timbre tan dulce, una mujer hermosa de ojos café muy claro y piel delicada estaba sobre mi envuelta en un vestido floreado, su pelo corto con solo un pequeño fleco que caía en su mejilla y esa sonrisa me desarmaron, su mirada, su sonrisa, me llevaron a tartamudear mientras recordaba esa habitación de hotel, donde pactamos la siguiente cita pero, los rumores hicieron que su marido la tomara para mudarse a Monterrey y no volver nunca más.
Banda era una compañera de mi escuela, un par de años mayor pero siempre andábamos juntos, hasta que, la vida de ambos tomó caminos diferentes, terminando sus estudios ella volvió al pueblo, pero un hombre siempre la acompañaba, era su marido y nuestra amistad tomo un giro interesante. Habitualmente nuestra amistad era sana, siempre siendo amigos más que otra cosa pero, después de aquel reencuentro, el deseo y las múltiples fantasías nos llevaron a ser amantes.
Banda estaba mucho en casa mientras su marido trabajaba, era el tiempo idóneo para yo pasar a visitarla como “viejos amigos”, pero sin duda el café se enfriaba en la mesa mientras ella y yo nos revolcábamos desnudos en la misma cama donde su esposo la hacía suya, su cuerpo y el mío se entendían perfectamente, sus orgasmos eran intensos y frecuentemente teníamos que cambiar las sabanas para no delatar nuestras aventuras. Meses pasaron y Banda y yo éramos amantes locos que disfrutábamos de nuestra nueva complicidad, a veces en su casa, unas veces en la mía, a veces en un hotel de afueras e incluso, a veces en lo escondido de los bosques del pueblo.
Pero un día, luego de vernos en un hotel que no frecuentábamos, alguien llevó la noticia a su marido de lo que pasaba y víctima del coraje tomó a Banda para llevársela lejos de todo y, aquella llama incandescente tuvo que mermarse por la distancia.
Pero su voz penetro mi mente trayéndome un escalofrío inmediato, su mano tocó mi hombro y nuevamente su dulce y perversa mirada junto con su sonrisa, trastocaron mi cuerpo para que mi pulso se incrementara.
-Me alegra mucho verte David. –me dijo dándome un beso en la mejilla. –Yo traté de calmar mis nervios y disimulando frente a la gente la saludé con cordialidad, pero ella estaba decidida a dejarme temblando y nuevamente se acercó a mí.
-Estas más bueno que hace diez años amor… -Su voz nuevamente me dejó perplejo, mi sangre hervía con solo oír unas cuantas de sus palabras mientras que, una erección se despertaba con sed de ella.
Me guiñó el ojo y se fue contoneando sus prominentes caderas, también ella no era la misma, ya no era esa dulce chica de 24 años que tenía un cuerpo fino y frágil, era una mujer preciosa con un cuerpo delicioso que dan los años, unas nalgas mejor moldeadas y unas piernas que sin duda hacían babear a cualquiera.
La realidad llegó hasta mi mente cuando mi amigo me dio una palmada en la espalda. –Dave, quieres que tu vieja te agarre a madrazos ¿O qué?, disimula!! Ya sé que se ve re buena pero también tu esposa se dio cuenta.
Tomando un respiro llegué hasta mi auto, mi esposa fingió que nada pasaba y nos dirigimos a la universidad, en la ceremonia no me concentraba, pues su voz y su aroma estaban aún en mi mente, los recuerdos de sus gemidos y de sus uñas aferrándose s mi cuerpo estaban vívidos en mi memoria. El acto acabó y luego mi amigo me invitó a comer a su casa, todo corría de modo tranquilo hasta que Banda llego a la fiesta.
Estaba escultural, su mirada desde lo lejos aún me dominaba, en descuidos me mandaba besos y aprovechando que estaba en un rincón, casi frente a mí, abría por momentos sus piernas para atraerme de forma poderosa.
La música comenzó a sonar y Banda bailaba muy cerca de mi mesa cuando estaba sentado, o muy cerca de mi cuando estaba bailando, algo que me tenía lleno de morbo cuando miraba su culo perfecto moverse al ritmo de la música. Llego el momento en el que, a mi esposa le llegó una llamada y me dijo que era su hermana, que no sabía llegar a la fiesta y me dijo que iría por ella a la carretera, le pregunté que si quería que la acompañara pero ella me dijo que no tardaba, en ese entonces me paré con ella para llevarla al carro y Banda se quedaba a la expectativa, desde el patio se podía mirar como yo cerraba la puerta del carro y en ese momento mire hacia adentro, Banda se paró de su lugar para salir por el patio de atrás, despedí a mi esposa y entonces me fui corriendo a donde estaban las caballerizas, me metí en una puerta donde mi amigo guardaba sus sillas de montar y ahí estaba ella, con esa sonrisa, con esa lujuria en la mirada y recargando su espalda en una galera.
No había nadie más que nosotros y unos caballos en ese espacio, caminé lentamente cruzando la pequeña cerca y ella sin dudarlo se recurrió el vestido bajando su escote hasta la cintura, sus medianas pero perfectas estaban expuestas, sus areolas gigantes con esos pezones oscuros y gruesos me excitaron en un segundo, corrí a sus tetas como un loco, la bese en el cuello y luego termine en su boca mordiendo sus labios, ella se estremeció y en seguida desabrochó mi camisa, sus manos tocando mi pecho eran una guía para sus labios, me beso con deseo desde mi pecho hasta el límite con mi pantalón, que sin dudarlo, ella me quito en segundos, sus manos hábiles me desnudaron y mi verga recordaba el temple de su piel, una mirada más y su boca estaba cubriendo de saliva mi verga, su calor era exquisito y sus labios recorrían desde la punta hasta la base como lo hacía hace años, devoraba mi verga con locura mientras yo extasiado solo miraba de entre las rendijas que nadie llegara, me la mamó como siempre lo hacía hasta que ella no soportó más. Se puso de pie y con la boca empapada me beso para que yo hiciera lo propio, fueron mis manos ahora quienes acariciaban sus piernas deliciosas subiendo ese vestido hasta su cintura.
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