Vivo en un frenopático y ayer fui atacado por unos gamberros. Mi mujer, mi hija, mi yerno y mis nietos fueron complices de una conspiracion gamberril. Me senti un perturbado, que no un paranoico. Las perturbaciones mentales no formaban parte de una neurosis que tratar con pastillas y psiquiatra. Era un perturbado, un desquiciado por agentes externos, por gamberros. Y es que los gamberros, aunque sean de tu familia, suelen ser perversos y actuar con una sonrisa malevola, la de saber que te estan jodiendo el dia y que no te dejan en paz. Para eso escribo esta mañana, para encontrar la paz que ayer me arrebataron. Mira por donde, no hay mal que por bien no venga, al escapar del frenopático familiar, se ha despertado en mi la vocacion de escritor de relatos.
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