Reencuentro

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Jueves 1:00 pm, el destino nos ha unido de nuevo, ha pasado ya un año sin vernos, sólo cortas conversaciones en donde como siempre me evades, no sé qué esperar, ese ha sido mi error, quisiera volver a ese periodo dorado.

Debemos guardar las apariencias, yo sigo siendo tu jefa, cuando llegué a la oficina tú ya estabas ahí, entro a la oficina donde hay más compañeros y saludo de forma general con un ¡Buenas tardes!.

Me acerco a saludarte de mano, es el protocolo después de tu retorno, cubro las apariencias ante los demás. Te veo diferente, te ves más viejo y acabado, con menos cabello, tus mismas ropas de siempre, hasta portas esa misma playera interior color negro del que sólo se ve la orilla, la conozco muy bien porque es una de tus favoritas es esa que tiene un hoyo cerca del hombro.

Me acerco para saludarte mientras extiendo mi mano y te digo ¡Bienvenido ingeniero, es un gusto tenerlo de vuelta!, te pones de pie, tus ojos brillan al verme, has notado mi nueva figura y mi nuevo corte de cabello, estoy más guapa, te has dado cuenta, me das tu mano y me jalas para plantarme un beso en la mejilla. El día transcurre de forma normal, no haces nada, me comen la incertidumbre, pero no lo demuestro. Se acaba el día, te agradezco al finalizar la jornada por el apoyo, te digo que tengo hambre y dices que tú también, quedamos de acuerdo en ir a comer sushi, nuestra comida favorita. Subes a mi auto, aún no has podido conseguir el tuyo, eso me da poder y me estimula, charlamos como amigos, no hacemos comentarios acerca de nuestra relación pasada.

Llegamos al restaurante, pedimos el menú y mientras lo hacemos recibo un mensaje de whatsapp, es mi amigo Paco, le digo que estoy contigo, y hasta le envío una foto nuestra, me parece que no te ha gustado por el mohín que haces, tratas de reojo de ver a quien le escribo, pero no lo logras.

Terminamos de comer, como siempre andas corto de dinero saqué mi bolsa para pagar, esta vez te me adelantas y haciendo alarde con discreción te aseguras de que vea tu tarjeta de crédito Oro, pagas esta vez la cuenta, sí, me has impresionado esta vez.

Me agrada tu charla y te invito a ir a una librería, nuestro segundo lugar favorito, llegamos, este es un lugar diferente, en el estacionamiento no he resistido más y te he tocado el rostro y  te he besado en la mejilla, te acercas una vez más a mi cara y te quedas a pocos centímetros de mi boca, te detienes, tu deseo de poder se ha puesto de manifiesto de forma grandiosa, no cedo y no me acerco, por fin tu lo haces y me besas en la boca mientras tus manos buscan mi cuerpo y me tocan desesperadamente, desabotonas mi blusa y tocas mis pechos con deseo, nos besamos un rato más y nos detenemos porque empezamos a ver personas caminando por ahí.

Entramos a la librería y cada quien toma su rumbo ahí dentro, debes haber extrañado el que no te siguiera los pasos estabas tan acostumbrado a eso, coincidimos nuevamente y nos dirigimos al café que se encuentra dentro de la librería, un café chai latte para mí y una taza de chocolate para ti, compartimos un delicioso pay de nuez mientras charlamos, tu rostro se ve triste no sé por qué, te tomo otra foto y esta vez no demuestras molestia, estás triste pero no te pregunto.

Es hora de cerrar la librería nos avisan, es hora de partir, nos vamos y en mi auto decidimos ir a caminar por ahí en la frescura de la recién caída noche, lamentablemente los parques están cerrados ya, no hay a dónde ir a un lugar seguro y abierto.

Estás callado, me mata la incertidumbre y vuelvo a equivocarme nuevamente y de forma garrafal, ¿Quieres ir al motel? -Te espeto de repente- Te tomas tu tiempo para responder y tranquilamente me dices -Sí, sí tú quieres, estaría bien-

Llegamos al motel y apenas nos asignaron habitación y bajamos la cortina de acero que resguarda la privacidad de los amantes que ahí consuman sus pasiones cuando me tomas del brazo con rudeza y me atraes hacia tu cuerpo, me besas de forma agresiva y te correspondo, ¡me has tomado por sorpresa, regularmente ese no es tu temperamento!, empiezas a desabotonar mi blusa y con agilidad desabotonas también mi ropa interior, bajas a mis senos y los lames con ferocidad, frotas todo tu cuerpo al mío y siento una gran erección en tu entrepierna, me gusta sentirte, pero ese amor que antes sentía por ti ahora ya no está, se ha esfumado, sólo es mi cuerpo, sólo es físico.

Subimos a la habitación y me dirijo inmediatamente al baño, me desnudo y me baño, tu esperas pacientemente recostado sobre la cama, salgo del baño envuelta en una toalla y me recuesto junto a ti, me besas de nuevo y empiezas a desnudarte, con tus manos me diriges a subir en ti y empezamos a hacer el amor frenéticamente, creo que lo estás disfrutando más que las veces anteriores, la verdad yo también.

Me bajo de ti y me sigues, hacemos el misionero por pocos minutos y nuevamente me dices con palabras ¡Móntame, móntame!, lo hago y esta vez es diferente, entras más profundo y empiezo a gemir como nunca antes, el vaivén es frenético, tú también gimes y me dices al oído ¡Mi amor, me encanta estar dentro de ti!...Eyaculas dentro de mí, no hemos utilizado ninguna protección, tu semen por fin en mí, me siento poderosa.

El resto de la noche como cada vez, vuelves a tu rictus de sobriedad, ya no me tocas ni me besas y la verdad no lo busco ni lo extraño, esto sólo fue físico, mi narcisismo se siente pleno y satisfecho, tengo el poder puedo llevarte al placer absoluto, sin embargo, yo no lo he logrado, esta ha sido una victoria pírrica.


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