Llamas al amor.
Viene por enésima vez.
Hay dudas.
Y miedo.
Nos habla.
Le contamos nuestras cuitas,
y soñamos con él:
nos embarca con ilusión
en otra promesa
que podría cumplirse.
¿Quién sabe?
Nos honramos
en las aventuras y opciones
que nos incluyen
en los lugares bendecidos
por las apuestas más queridas.
Siempre hemos apostado,
pese a todo.
Disfrutamos
de los hechos que ya nos unen
en sus albores:
son muchos los valores
que nos provocan mejorías
y buenos hábitos.
Nos honramos
con todo lo que hacemos,
que nos incluye
en un mar de sensaciones.
Nos llevamos en el corazón
los hechos más considerables.
Destacamos el cariño
como ese emblema
que nos reconoce y ensalza.
Sin él nada tiene sentido.
Sé que lo hemos contado antes,
pero aún percibo más.
Las premisas
nos recorren el alma
con todas las garantías,
soberbias, singulares.
Nos presentamos con distingos
que prevén mejorías
e implementos que se adentran
en las verdades próximas.
Añadimos las versiones
más hermosas y cuidadosas
con registros que están
donde son provechosos.
Descuellan con variadas importancias.
Podemos con creaciones finitas.
Las compartimos.
Juan Tomás Frutos.
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