Naturalización
Por Observadora Silenciosa
Enviado el 15/08/2019, clasificado en Ciencia ficción
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No se cansaba de escuchar las historias de los más ancianos, de aquellos que habían conocido el mundo antes del CAMBIO y dejaron testimonio de cómo fueron sus vidas.
Hablaban de ciudades en las que vivían miles de personas, hablan de pequeños pueblos donde el tempo parecía pararse, hablan de tumbarse en la hierba a contemplar pasar las nubes.
Intentaba imaginar como seria caminar descalza por una playa, sentir el frescor del mar entre sus dedos, sumergirse entre olas.
Siempre había soñado con caminar sobre asfalto, con dormir rodeada de hormigón real, pasear por una vieja ciudad sin tener que llevar pesadas prendas protectoras.
Y por fin, solo la separaban de su sueño de pasear por una ciudad otras 6 semanas en aquel habitáculo.
La cuarentena de acceso era larga, aburrida y hasta dolorosa. En aquella habitación no disponía de nada con que distraerse, estaba a solas consigo misma.
En el momento en que lo deseara podría terminar con la espera, solo debería abandonar sus sueños de asfalto y hormigón, calzarse las botas de seguridad, ponerse el traje protector y salir por la misma puerta por la que entro. Esa puerta podía ser abierta en cualquier momento en que lo deseara.
Aquella no era más que la primera fase del proceso de descontaminación imprescindible para poder entrar en el paraíso deseado por todos aquellos que conocía.
Debías demostrar que tu voluntad es más fuerte que tus instintos, que eres capaz de afrontar la soledad, la espera y sobre todo que eres capaz de enfrentarte contigo mismo.
Cuando pasaran estas 12 semanas eternas vendrían otras pruebas, nadie le había sabido decir en qué consistían, nadie en el exterior las conocía. Sabía lo mismo que los demás, o las pasabas y nunca más volvías al exterior o morías en el proceso.
Por eso el periodo de cuarentena era tan largo, tan aburrido, tan solitario. Te obligaba a enfrentarte cara a cara con tus miedos, deseos, sueños, se aseguraba de que de verdad estuvieras dispuesto a dejarlo todos y a jugarte la vida por entrar en un nuevo mundo que nunca más podrías abandonar.
Ocupaba sus horas pensando en todo lo que sabía sobre el CAMBIO, como había llegado la humanidad al punto en que se encontraba. Esa era su obsesión, había centrado toda sus vida en la investigación sobre cómo se llegó a la situación actual. Y esa obsesión había sido su billete de acceso a la ciudad.
En el año 2130 llegaron al poder en muchos países del planeta los eco-conservadores, era la culminación de un proceso que llevaba mucho tiempo en marcha.
Con mucha paciencia habían conseguido que la mayor parte de los habitantes del planeta estuvieran convencidos de que todas las catástrofes naturales eran una consecuencia de las actividades humanas.
Una vez que los eco-conservadores habían conseguido el poder no lo soltaron.
Comenzaron las prohibiciones sobre la tecnología. A lo largo de décadas estas prohibiciones se fueron extendiendo a todas las actividades humanas.
Naturalización lo llamaron, una vuelta a los orígenes, a una vida en armonía con la naturaleza.
Se cerraron granjas, zoológicos, piscifactorías, etc., se prohibieron los abonos, fertilizantes, pesticidas…
Poco a poco cualquier actividad que se considerara perniciosa para la naturaleza desapareció.
Durante un tiempo parecía que las medidas funcionaban, el aire parecía ms limpio, las aguas más limpias.
Pero todas esas medidas tan favorables para la naturaleza no lo eran tanto para las personas, comenzaron las hambrunas, las pestes y la humanidad fue reduciéndose.
Pero todo esto se justificaba para “salvar la naturaleza”, pero la naturaleza parecía que no tenía muy claro que lo hacíamos por su bien.
Y llego el cambio, fue algo muy sutil y lento pero imparable.
La naturaleza muto, poco a poco los animales y vegetales sufrieron cambios, cambios perniciosos para los humanos.
Los pólenes eran venenosos, las hojas cortaban como cuchillas, los insectos nos utilizaban como incubadoras para sus larvas.
Los Humanos pasamos a ser una especie en peligro de extinción.
Pero aunque la población mundial se vio drásticamente reducida no desapareció la capacidad de adaptación humana.
Y comenzamos a luchar en contra de la Naturaleza. Nos equipamos con trajes especiales para estar en el exterior.
Conseguimos establecer escudos protectores en nuestros asentamientos.
Las antiguas ciudades que habían permanecido en pie y olvidadas, ahora eran el refugio donde poder vivir lejos de la Naturaleza.
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