La playa del amor

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Conocí a Judit en un viaje que hice a aquel puerto del Golfo de México a visitar a unos tíos, desde ese día me gustó mucho. Cara bonita de ojos grandes, piel blanca que casi siempre estaba sonrojada lo que la hacía ver muy tierna, cabello rubio oscuro, un cuerpo delgado con una muy delineada figura, pechos medianos, pero no muchas nalgas, en ese entonces ella 17 y yo 21 años. Yo vivía en una ciudad a 500km por lo que sería difícil volver a verla. Aun así mantuvimos contacto y pude ir a visitarla varias veces después. Una de esas veces, un año después, fuimos a caminar a la playa de noche, aunque estábamos a la distancia la atracción entre nosotros era obvia, por diferentes causas y sobre todo la distancia pues nos veíamos muy pocas veces, aún ni siquiera la había besado, pero esa noche en la playa, caminando bajo la luna llena con la suave brisa del mar, era el momento perfecto.

Platicábamos cualquier tontería, mi idea era hacerla reír mucho, mantener un ambiente relajado y así poder acercarme más a ella y abrazarla, así lo hice hasta que la tuve entre mis brazos, sujetándola de la cintura y acercándola a mí. Nos miramos fijamente y fue así que nos dimos nuestro primer beso, un beso muy tierno, pero yo quería más. Mientras nos besábamos acariciaba su espalda y apretaba su cuerpo contra el mío, ella primero se opuso un poco, pero al cabo de unos segundos se dejó acariciar. Mi erección era obvia y ella la sintió. Los besos poco a poco fueron más candentes y mis manos ahora también recorrían sus nalgas. Judit empezó a frotar su cuerpo contra el mío y yo a besar su cuello. Luego de unos minutos así nos detuvimos y saqué una manta de mi mochila parea tenderla en la arena y recostarnos. Los besos y caricias continuaron, ahora besaba su pecho y poco a poco desabotonaba su blusa. Cuando la abrí ella se detuvo y dijo:

-Tengo miedo, quiero hacerlo, pero no aquí.

-No temas, no va a pasar nada que tu no quieras.

-Es que, nunca lo he hecho.

-Entonces mereces un lugar mejor, no temas, solo déjame acariciarte.

No pensé que fuera virgen, al saberlo decidí llevar las cosas con más calma. Continué besándola, ya había abierto su blusa, su brasier tenía broche por delante, así que lo abrí y ella me lo permitió, dejando libres su hermosos y redondos pechos blancos coronados por un rosado pezón que estaba erecto. Llevé mi mano hacia ellos y se sentían tan suaves. Lentamente empecé a besarlos, a recorrerlos con mi lengua y saborearlos, Judit gimió y suavemente dijo "Sigue". Con mis labios apretaba su erecto pezón, suavemente lo jalaba y lo soltaba, no me atreví a morderlo pues solo con esas caricias Judit se volvía loca. Regresé a sus labios y ella posó su mano sobre mi pantalón, en mi pene que estaba duro a más no poder, lo acariciaba por encima y luego de unos minutos desabrochó mi pantalón. Le ayudé un poco hasta que puso sacarlo y lo miró atónita, tal vez nunca había visto uno, no lo sabía entonces y con su pequeña mano lo tomó fuertemente y lo apretó.

-Mmm, está muy duro.

-Pues está así por ti.

-¿Por mí? ¿En serio?

-Totalmente...

Mientras decíamos lo anterior ella acariciaba de arriba a abajo mi pene, suave y delicadamente, el saber que quizá era el primero que acariciaba así me prendía más. Empezó a brotar líquido de mi pene y Judit se emocionó. Entonces se apartó de mi para acercarse más a mi pene, se hincó para contemplarlo, acariciarlo, explorarlo, también el escroto. Yo la veía y me provocaba ternura y excitación cuando de repente se lo llevó a su boca. Empezó a chupármelo en la playa, la verdad es que se notaba su inexperiencia, pero no dejó de ser algo muy placentero. Me recosté para disfrutar más lo que hacía. Pasaron unos minutos y dejó de hacerlo, volvió a besarme y mientras lo hacía me masturbaba, había dejado mi pene con mucha saliva y yo sentía delicioso como me lo jalaba. Estuvo así un rato hasta que sentí que me venía, solté un leve gemido y dije: ¡Judit!, !Ya! ¡Ya!, ella entendió y lo soltó, salió el semen disparado y ella sorprendida disfrutaba lo que veía. Tomó un poco con sus manos y lo olía, lo contemplaba y jugaba con el semen.

"¿Te gustó?" me preguntó ella. "Mucho mi amor", respondí yo. "Para mí estuvo muy rico, pero tu no has terminado, no te voy a dejar así". Me acomodé a un lado de ella y acaricié su vientre mientras la besaba. Bajé un poco su short, y lentamente metía mi mano bajo su pantaleta, llevándola hasta su vulva que para ese momento estaba tan mojada, sentía además sus vellos y eso me excitó tanto. Al sentir mi mano entre sus labios, rápidamente abrió las piernas, cerró sus ojos y gimió intensamente dejándome acariciar su húmeda y caliente vulva. Frotaba mi mano suavemente hasta notar sus gemidos más agudos y exactamente de la misma manera seguía acariciándola. Levemente introduje un dedo en su caliente vaina y Judit se sobresaltó de placer. No introduje el dedo completo y enseguida busqué su clítoris, que encontré rápidamente pues estaba totalmente erecto, ella soltó un grito fuerte que atrajo las miradas de otros paseantes a lo lejos pero no me importó y seguí masturbándola. No pasó mucho para que rozando suavemente su clítoris dijera casi en un grito "¡Sigue¡ ¡Si así¡ ¡Más, más! ¡Aaaaay Dios!" y sintiera como empapaba mi mano y su ropa con sus jugos al venirse deliciosamente. 

Nos quedamos unos minutos recostados mientras se recuperaba, Judit jadeaba y murmuraba sobre lo delicioso que había sentido mientras yo me acomodaba la ropa. Acto seguido se incorporó y se acomodó su ropa, su short y su calzón estaban empapados. Nos besamos y después de eso lamí mi mano frente a ella, que estaba llena de sus jugos aún, lo cual lo excitó mucho. Nos fuimos de ahí y seguimos con besos y caricias en su casa. Dos días después de eso, en otro lugar más cómodos y libres, pudimos tener sexo como deseábamos y fue mucho mejor que esa excitante noche en la playa.


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