Me he separado hace unos meses y llevo casi un año que no tengo sexo, si bien es cierto Eduardo es un chico atractivo no lo quiero más que para esta noche. No estoy familiarizada con este tipo de cosas así que en mi cabeza hay una infinidad de dudas; no sé que debo hacer o como llevar esto, pero las piernas me tiemblan y sé que si pronuncio una palabra la voz se me quebrará, no me queda más que ponerme seria y con un gesto invitarlo a tomar asiento. Es la primera vez que un hombre llega a mi casa y estoy desactualizada en cuestiones de coqueteos y esas cosas, pero es lo que sucede cuando uno al fin sale de una relación tan larga.
Los chismes de la oficina me van relajando y río a carcajadas cuando me hace algún chiste, ya llevamos una botella de vino encima y Eduardo abre la segunda. Cuando se para en dirección a la cocina me doy cuenta de que me llama mucho la atención su look intelectual. La camisa la lleva fuera del pantalón y aún así se le notan muy bien esas nalgas redondas y perfectas que tiene. Lo sigo a la cocina y me siento sobre la encimera la cual está fría. Después que sirve el vino me mira.
-La próxima vez salimos a cenar y después a bailar.
-¿La próxima vez? -Me burlo.
-Ey nena, estás de vuelta en el mercado así que tienes que salir, aunque sea un fin de semana.
-¿Nena? ¿Salir? -Me vuelvo a burlar y esta vez rio a carcajadas.
Eduardo sonríe y no vuelve a decir nada, solo me mira y se acerca hasta mí, su mano acaricia mi cabeza y desata mi cabello.
-Si bien es cierto te queda muy bien la cola, me gustas más con el cabello suelto. -Me dice y se acerca a olerlo, luego su nariz me acaricia las orejas y el cuello hasta que me hace suspirar. Su barba me está raspando el rostro y me gusta esa sensación, va dándome besitos en todo el rostro hasta que llega a mis labios. Los acaricia con la punta de su lengua y después con su nariz. La sensación es gloriosa, mi cuerpo tiembla cuando los lame suavemente. Las manos que antes las tenía en mi cuello, bajan por mi espalada, caderas y cuando llega a mis rodillas las separa y se acomoda entre ellas, sigue con su lento manoseo y sus besos cadenciosos hasta que siento que me aprieta las nalgas me acerca bruscamente a él, su lengua entra en mi boca, la sensación de sentirlo cerca me hace arquear la espalda y pegar mi pecho al suyo. Los pezones los tengo duros y deseo su barba raspándolos. Le desabrocho los botones de la camisa rápidamente y él me ayuda, continúo con la correa y después sigo con el pantalón hasta que meto mi mano debajo y atrapo su erección, la punta está mojada y mi mano empieza a frotar el pene de arriba abajo, se aleja un poco y mira lo que le estoy haciendo; abre la boca, cierra los ojos, suspira y tira la cabeza atrás, yo me acerco y le beso el cuello y el pecho, el olor de macho excitado me está volviendo loca, lo muerdo por donde va pasando mi boca y le gusta. Sus manos llegan hasta el bajo de mi vestido y me lo saca de un solo movimiento, acaricia mi cuerpo mientras yo sigo estimulando su pene, me desabrocha el sostén y su aliento tibio se acerca a mis pezones y me los chupa, yo grito despacio, mi vulva está empapada y necesito que sea atendida, me pego al cuerpo de Eduardo y con mi mano introduzco su pene en mi vagina, él hace un sonido gutural en mi oído y con un movimiento de caderas introduce su miembro hasta el fondo, me acerco a su boca y le muerdo los labios, estoy pegada a mi y froto el clítoris en su pelvis, la sensación me embarga, sus manos en mis nalgas que las aprieta me hace estar al borde del orgasmo en un instante. Mis manos me sostienen en la encimera y las piernas las tengo alrededor de Eduardo, sus caricias son duras y tiernas a la vez, juega muy bien con la dualidad del chico malo y el nerd.
Mi cuerpo rebota, y quiero que me muerda las pezones, me impulso y una de sus manos atrapa mi seno derecho, lo besa, lo chupa y lo raspa con su barba, tiemblo aferrada a él, cuando los pezones están hinchados y rojos esa misma mano que antes los tenía ahora acaricia mi rostro y va descendiendo por el cuello, me hace gemir, me acaricia todo el pecho hasta que su mano se enreda en mis cabellos, luego tira hacia abajo delicadamente y con fuerza a la vez, mi espalada se apoya en la encimera; Eduardo se aleja de mi cuerpo y se quita toda la ropa, después acomoda mis piernas una a cada lado sobre la encimera también, la posición es incómoda pero no me quejo, su mano acaricia mi vulva, esparce mis jugos por todo mi cuerpo y mientras lo hace acaricia mi clítoris hinchado, rojo y brillante, lo veo acercarse y su boca se abre y me lame toda la vulva, mis manos acarician sus cabellos, me besa y después sopla, luego vuelve a lamer y besar, me hace gemir de placer cuando siento el vino resbalar por mis pliegues, bebe besa y me chupa el clítoris, me vuelve loca las caricias que me hace con su boca, aprieto su cara contra mi vulva a la vez que mis caderas se mueven buscando placer. Estoy a punto de llegar.
-Aún no. -Me dice, cuando me doy cuenta estoy de espaldas a él y nuevamente ha enredado su mano en mis cabellos y Eduardo me está penetrando sin descanso. Las tetas me rebotan y yo las pellizco, hace que mi espalda se pegue a su pecho y con una de sus manos le da golpecitos al clítoris, empiezo a jadear y mi respiración es errática, los cuerpos bañados en una capa de sudor y en el ambiente un olor a sexo. Mis caderas se mueven desenfrenadamente y él me embiste, ambos resistimos y jadeamos, pero cuando ya estoy a punto de terminar Eduardo se separa bruscamente abre mis piernas se arrodilla y empieza chupar mi clítoris, las piernas me tiemblan, pero me estoy frotando contra su cara sin ningún pudor y él me tiene atada por las caderas moviéndolas también, la sensación me embarga y exploto en su cara en un orgasmo arrasador. Las piernas me tiemblan y mi cuerpo se deshace, Eduardo me sostiene y me acomoda nuevamente, su pene duro se resbala en mi interior y empieza a penetrarme sin compasión a la vez que sigue estimulando mi clítoris y empiezo a buscar placer el cual llega en un orgasmo rápidamente. Nos movemos y somos un par de locos con caricias toscas, mordidas y besos hasta que Eduardo se retuerce y grita y mi cuerpo laxo se siente presionado debajo del de Eduardo.
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