Algo más que burbujas en el spa - Parte 1/2

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Este relato no sé muy bien como empezarlo... pues seguramente muchos de ustedes ya han vivido esta experiencia... pero el morbo que me produjo la ocasión, jamás me lo había producido otro anterior.

Tras un largo año de trabajo llegaron las vacaciones y no tenía casi nada planeado... un pequeño viaje a la costa, algún café con amigas... pero ya les digo... poco más.

En el grupo de whatsapp del trabajo surgió la idea de irnos a un spa y la verdad es que la idea me encantó... pero no nos poníamos de acuerdo en la fecha... así que un día decidí poner "Este viernes por la mañana pienso ir yo de spa. Aunque vaya sola jeje. besitos"

La verdad es que a mí no me importaba ir sola... en realidad, disfruto de las pequeñas raciones de soledad que me brinda la vida. Una cerveza junto al mar, un paseo a la luz de la luna, un libro y una manta... y si nadie se animaba, un spa a solas.

El viernes me levanté con una sensación extraña en el cuerpo. No había descansado la noche anterior. No recordaba bien los sueños, pero creo que había soñado con un exnovio del instituto, jeje, el recuerdo no era nítido, pero sí sé que nos habíamos estado besando.

Estaba cansada. Pero no me importaba porque sabía que en una hora y poco estaría bajo chorros de agua, burbujas relajantes y aromas embriagadores.

En mitad del desayuno volví a escribir en el grupo "Finalmente, ¿alguien se anima?"

De la mayor parte de compañeros obtuve la "callada" por respuesta y del resto un mensaje negativo. Así que les envié un audio y les dije "no se preocupen, yo voy, lo pruebo y si me gusta volvemos otro día jajaja" 

Vuelvo y repito, la verdad es que no me importaba ir sola... es más, casi que lo prefería, era una buena manera de empezar el día.

Cuando llegué al pequeño spa, situado en un lejano pueblo en la Sierra, la chica de recepción me explicó todas las áreas y cabinas a las que podía entrar y me dijo que como era temprano, hasta las 12 no esperaba a nadie, por lo que iba a tener la suerte de disfrutarlo yo sola.

Cada vez me alegraba más de haber ido sola. Empecé por la ducha de contraste, seguí por la de chorros y luego me pasé al jacuzzi.

Allí tumbada en una de las hamacas de baldosa, los chorros hacían vibrar mi cuerpo. Cerré los ojos y de pronto me vino a la mente parte del sueño de la noche anterior. Donde me besaba con Adrián mi novio de instituto. Las burbujas agitaban mis pechos y sentí la necesidad de quitarme la parte superior del biquini. Y como estaba sola y bajo las burbujas, pensé... ¿y que me lo impide? Así que, me lo quité.

-Guauuu... la sensación de mis pechos libres, golpeados sutilmente por cientos de burbujas hacía que un pequeño calor se encendiera dentro de mi.

Sin apenas percatarme de mi necesidad física, mi trasero buscaba la cercanía de los chorros, para que contactaran con él o con mi entrepierna. El calor del agua hacia presión en mi biquini y yo quería más. Así que hice lo mismo con la parte de abajo y la dejé cerca de mí.

Sola en el spa, lo estaba disfrutando plenamente, con todo mi cuerpo. Sentía cada burbuja tocar hasta el último centímetro de mi piel, me estaba excitando solo con las burbujas y mis pensamientos. Yo seguía con los ojos cerrados, agudizando así mis otros sentidos. El aroma a azahar me embriagaba, la música ambiente me evadía, el calor del agua me calentaba, pero la presión de los chorros me incendiaba... sabía que si seguía así, pronto experimentaría un orgasmo...

Pero de pronto, mi paz se vio turbada por la presencia de alguien. Oí como alguien entraba al jacuzzi. Al abrir rápidamente los ojos me asusté. Era Óscar, mi compañero de oficina, que me miraba con ojos de deseo.

Él se había percatado que yo no llevaba biquini, porque estaba en el borde junto a mi cabeza.

Mi reacción fue de pura vergüenza y rápidamente quise taparme, pero él, mirándome fijamente a los ojos, mientras con su mano hacía el signo del silencio, terminaba de bajar las escaleras y se acercaba a mí.

Yo seguía bajo el agua, queriendo desaparecer por la situación tan embarazosa que estaba viviendo. Pero él se acercó a mi oído y me susurró: - Tranquila, quiero que sigas disfrutando. No te tapes. Somo adultos. Vive el momento. Y cuando se estaba separando, me rozó los labios con un beso muy suave y corto.

Madre mía... pero qué vergüenza... y además, no sabía cuánto había visto él. No sabía si a través de las burbujas se veía mi cuerpo. No sabía si él había notado la excitación de mi cuerpo con los chorros... y encima era él, Óscar, el chico con el que en algún que otro momento había tenido un tonteo en la oficina. Ambos sabíamos que nos atraíamos, pero en todo momento habíamos querido mantener las distancias. Sabíamos que no era buena idea tener aventuras con compañeros de trabajo

Pero allí estábamos los dos, tumbados, bajo las burbujas, ahora frente el uno al otro y yo muy muy caliente.

- ¡¿Cómo estás?! -me dijo, dejando la ambigüedad de la pregunta en el aire. Sabía que no se refería a mi salud. Sabía que había preguntado con todo el "sarcasmo" del mundo y supe que quería jugar... Pensé unos segundos y mirándolo a los ojos le contesté:

-Caliente...

Esa respuesta hizo que perdiera las formas, estiró los brazos, me tiró de las piernas y me sentó a horcajadas sobre él. Su agilidad me sorprendió, pero la verdad es que justamente era lo que quería y necesitaba.

Lo noté duro bajo mis nalgas, me subió ligeramente por la cadera y me lamió los pechos que quedaron a la altura de su cara. Me los devoraba, me mordía los pezones excitados ya desde había mucho rato. Sus manos me apretaban contra su miembro. Rápidamente nos deshicimos de su bañador.

Guauuu, tenía un miembro realmente grande y ancho. Me urgía tenerlo dentro y con dos rápidos movimientos lo conseguí.

-Aaaajjjhhh, síííí... - me llenaba, me sentía deseosa de sus embestidas. Me sentía saciada por todos lados, los chorros que golpeaban mi culo, su polla entrando y saliendo de mi coñito y mis tetas rebotando en su cara, en su boca...

Él me miraba con cara de deseo, estábamos realmente fuera de control. Creo que llevábamos mucho tiempo reprimiéndonos. Nos teníamos muchas ganas y justamente ése era el momento de saciarnos, nos devorábamos a besos, me empalaba una y otra vez... Yo sentía que mi clítoris estaba hinchado, estaba muy sensible... con dos o tres embestidas más...

- Aaahhjjj, síi, síí, otra, más más... sííí... aaahhh -y llegamos al orgasmo. Buff vaya morbo... el simple hecho de saber que en cualquier momento podía entrar alguien y que además me había liado con el compañero "prohibido" de la oficina... bufff, eso me puso muy loba y no pude reprimirme cuando lo vi llegar.


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