ABIGARRADAMENTE
Tranquila muere la lluvia,
en cada gota, como lágrimas de vida.
Tranquila vive la paz, el silencio,
en cada suspiro, como aliento del viento.
Veleidoso venablo venial verdugo.
Por eso, modélate en mi voz, grano fino,
en el silencio de la tarde glacial,
en el suplicio de la noche tibia.
Por eso, el mar escribe sus olas.
Obediente obertura oblonga obsesión.
Aunque ahora sufre y llora,
y abandona su vieja dulzura,
y desteje al perfume salvaje,
agujas, retratos y recuerdos.
Rauda ranura rareza razonable.
Con flores desnudas, al fulgor extraña,
su nostalgia, su risa, su brisa, su olvido,
tan azul, tan gris, tan blanco, tan verde,
solo en las campanas, solo en las orillas.
Omisión ondulante oprobiosa opulencia.
¡Péndulos pájaros, tiernos huérfanos!.
El viento duerme su sueño, sus alas,
su postrer sonrisa en el polvo alegre.
¡Frágil es el pasado pesado perdido!.
Paliativo pandemónium pálida parsimonia.
Así que, comamos recuerdos naranjas,
inquietos y vibrantes cánticos, cerezas,
con las angustias de las piedras, nueces,
entre la miel del acero ligero, melones.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales