A mí me enseñaron que el amor
no es algo que se deba vivir con dolor,
sin embargo, sé que casos existen,
así como el nuestro que sólo entristece.
Nuestra pasión fue tan pulcra como secreta,
y así como una triste flor en maceta,
no pudimos echar raíz a rienda suelta
ni florecer de forma completa.
A la luz del día vivíamos distantes,
pero en plena oscuridad brillábamos como amantes,
sólo a escondidas podíamos ser nosotros,
sin pena podíamos disfrutarnos, amarnos
y vivirnos sin importar los otros.
Lo que públicamente eran miradas desinteresadas,
en la lejanía del mundo fueron caricias saciadas,
lo que rodeados nunca conversábamos,
en privacidad lo terminábamos.
Éramos amantes de medio tiempo,
de esos que tarde o temprano se perderían en el silencio.
Entre recuerdos vamos a arder,
y nunca, por el resto de la eternidad, hemos de volvernos a ver.
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