TOMARSE LA VIDA CON FILOSOFÍA
Por franciscomiralles
Enviado el 18/10/2019, clasificado en Reflexiones
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Manuel Ribas que era un hombre de cuarenta y cinco años, el cual había pertenecido a una familia de clase media alta de su localidad, y se había ganado holgadamente la vida en una prestigiosa industria textil, al estallar una devastadora crisis económica que afecto especialmente a dicho ramo por lo que ésta en poco tiempo dejó de existir, él se quedó sin trabajo por lo que no tuvo más remedio que ir a prestar sus servicios sea en una empresa o en otra pero sin ningún éxito ya que debido tanto a la mala situación económica que se había generado como a la revolución tecnológica a la que se habían acogido muchas de ellas que querían ganar el máximo de beneficio con un mínimo de gasto, y también a su otoñal edad Manuel no conseguía levantar cabeza en el mundo laboral.
Al fin después de mucho deambular, un vecino de su calle con el que hablaba de vez en cuando, que era regidor del Ayuntamiento de la villa le ofreció un trabajo en Mantenimiento que dependía de aquella entidad, y Manuel aceptó enseguida la mano que se le tendía.
A Manuel lo destinaron en compañía de un pintor profesional a reparar lo bancos del Paseo Central en los que se sentaba la gente que se habían desconchado por los rayos del sol. Y si tenía suerte quizás más tarde le podrían encomendar un trabajo mejor.
Pero a pesar de aquel bajón laboral, Manuel no estaba dispuesto a dejarse deprimir por la pérdida de su anterior lucrativa situación. En efecto. Desde un principio fue consciente que el YO de una persona era algo elástico capaz de adaptarse a cualquier circunstancia para poder subsistir, y precisamente éste había sido el gran qué que había hecho evolucionar al ser humano. Asimismo Manuel como no permitía que la prosaica connotación de aquella labor se apoderada de su ánimo que le induciera a sentir nostalgia de su vida pasada, hizo algo semejante a los filósofos estoicos romanos como Séneca, Marco Aurelio y el esclavo liberto Epicteto distanciándose de una manera autosuficiente de la simplicidad de aquel quehacer. Sin embargo más que refugiarse en la impasibilidad ante lo desagradable como los estoícos se centró en la tarea sin pensar en nada, para que una vez terminada su jornada laboral, cuando regresó a su hogar su YO se había adentrado en otro departamento mental completamente distinto del anterior, y que era de naturaleza cultural.
En este otro departamento cultural Manuel alimentaba a su espíritu sea con la buena lectura, o asistiendo a conciertos de música en el Conservatorio de su ciudad, o asistiendo a exposiciones de pintura figurativa. Mas cuando su familia requería su atención su YO se desplazaba a otro departamento teñido de afectividad y que a su vez era diferente a los demás. Manuel se percató que todo dependía del sentido que les dábamos a las cosas.
Y cuando tenía fiesta en el Ayuntamiento su YO entraba en un departamento deportivo en el que iba implícita la salud tanto física como mental y se concentraba en correr algunos kilómetros hasta el pueblo de al lado, y posteriormente se bañaba en el mar donde se solazaba plenamente.
La verdad era que para que Manuel pudiese tener aquella autoconciencia de sí mismo; un YO que fuera el dueño y guía de su existencia éste se había tenido que desarrollar a lo largo del tiempo histórico de la Humanidad. Pues en la más remota Antiguedad, el YO personal era para la población algo un tanto difuso, y sólo los reyes y los nobles tenían categoría de personas en función de sus cargos. Fue en el Romanticismo cuando el YO personal adquirió verdadera relevancia.
Así Manuel razonó que la mente humana estaba compuesta por ESTRUCTURAS vitales, por departamentos-estancos, de igual modo que un edificio con diferentes rellanos y sus correspondientes pisos que cumplieran una función específica; o una ordenada mesa de despacho cuyos cajones del mismo contuvieran documentos determinados.
De hecho este concepto racionalista de Manuel no era ningún disparate. Todo lo contrario. La mente humana, en relación con el lenguaje es compleja; y da de sí más de lo que mucha gente cree, por tanto el ser humano puede reinventar la realidad, a partir de lo dado, de los recursos que tiene en su entorno.
Ya el gran filósofo judio Spinoza en el siglo XVl vio que la naturaleza humana se componía de los modos (temperamentos) los afectos y el mundo de las ideas; y todo ello formaba parte de la esencia de Dios que era pura Naruraleza en movimiento.
Asimismo siglos más tarde el psicoanalista Sigmud Freud distinguió en sus pacientes el YO, el SUPERYO y el ELLO. Y en lo más profundo del inconsciente se encuentraba el sentido de la religiosidad.
Ahora bien. Hoy en día sabemos que el YO del ser humano está matizado tanto por una tendencia genética familiar, como por la cultura dominante del lugar. No obstante el YO humano en función de su complejidad mental, no deja de ser un atrevido y aventurero velero que va en busca de un algo más de lo que tiene a simple vista, y que navega sin cesar por el oceano del tiempo y del espacio histórico que le ha caído en suerte. ¿Cómo fue posible que el ser humano pudiera evolucionar de ese modo respecto al resto de los otros simios? Este es uno de los misterios de la vida que todavía no tiene una convencente explicación.
Esta estructura mental humana, ya en los años 60 del siglo anterior se empezó a constatar a través de la forma del lenguaje, de cómo se hilvanaban las frases.
Y también cabe añadir que en otro orden la Física Teórica al observar a la materia con un microscopio electrónico ha comprobado que ésta está formada por partículas atómicas y subatómicas. Es decir estructuras naturales.
Manuel al agarrarse a este concepto del dar de sí estructural del ser humano, pensó que éste al estancarse en fanatismos ideológicos, o en posturas dogmáticas como un coche que se al caer en un bache es incapaz de seguir adelante, va en contra de su autentica manera de ser, de su misma naturaleza, y es cuando se produce la decadencia anímica.
No, Manuel no se deprimió con su aburrido trabajo. Pues su concepto filosófico de la ESTRUCTURA de su YO le permitió vivir con tranquilidad su vida. Y es que la Filosofía no consiste en dar sesudos discursos sino que crea conceptos que ayudan al hombre a vivir. Pues Manuel, al igual que los antiguos filósofos de Grecia no era ningún sabio. Para eso ya estaban los sacerdotes con sus oráculos, pero si supo dar un poo de luz a su situación.
Por eso sí que es conveniente que en los tiempos que corren en los que hay crisis de valores que el lector tomara un concepto racional como Manuel que le ayudara a vivir.
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