A todos nos sucede alguna vez, siempre hay momentos en los que estamos ensimismados y tristes y nos parece que todo se desmorona a nuestro alrededor, desde nuestra burbuja observamos y anhelamos que alguien nos rescate. Deseamos que las personas que están próximas a nosotros comprendan el complejo mundo de nuestros sentimientos, lo cual es, en muchas ocasiones, poco menos que imposible. Al final debemos ser nosotros mismos los que nos liberemos de ese manto de pesadumbre que nos envuelve para volver a una cierta normalidad, tratando de olvidar instantes de temor o inseguridad, buscando de nuevo ser racionales y equilibrados. Aún así eses momentos de fragilidad son tan intensos que la vida no sería lo mismo sin ellos. Dicen que de los errores se aprende, y es cierto, pero es lo que sientes lo que hace tolerable el vivir.
Así pues, no hagas un mundo de los problemas, la vida suele acarrearlos a menudo de una u otra forma. Procura no dar demasiada importancia a los contratiempos, pues esa montaña que hoy te abruma, mañana será polvo que se lleve el viento.
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