AL ENHEBRARSE
Allá va un recuerdo, allá, allá.
En la esfera espinosa, va.
Desnudando al sueño, sordo, salado,
en la divina hora del amanecer,
abnegado, abstraído, acérrimo, acertado,
escultor del aliento en ruinas.
Lo sé. Porque no ignoro.
Que he muerto sin saberlo.
En mis noches nubladas…
¡Y no pude enterrarme!.
Olvidado transparente eternamente.
Amarillo ennegrecido, rojo blanquecino.
En el sueño líquido, blando y estéril.
En los confines del azul endurecido.
Antes del nacimiento del tiempo.
Mucho menos que mínimo.
Tan profundamente alto,
en el ácido y desgarrado cielo.
En los tambores, tiernos, túneles tardíos,
de nácar, nunca necios temblores.
En la cabellera, caballo candoroso,
desarmado, destilado caballero.
Imborrable herida que se aferra hábil,
hambrienta hélice harta.
Donde hubiere habido menos,
al faltar lo que hubo habido
en el infernal abrazo, abierto,
drama, dócil, dulce, dorado y dudoso.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales