Cada año, para el día 2 de noviembre, es una tradición aquí en México que las familias hagan un altar a uno de sus integrantes, ya fallecidos, esto es con el fin de recordarlo con cariño, ya que el altar se personaliza con aquello que al difunto homenajeado le gustaba, es una bonita tradición en la que se fomenta la convivencia y la creatividad de la familia, todos participan en la elaboración del altar, siendo una actividad en donde colabora desde el más grande hasta el más pequeño de la familia, acomodando las piedritas del camino.
Uno de los elementos principales del altar es un camino que conduce a él, el camino está alumbrado por una serie de velas dentro de vasos de vidrio y piedritas que van delimitando por donde debemos caminar para ver de cerca todos los detalles que fueron colocados en los diferentes niveles del altar; los niveles son cada vez más chicos conforme van ascendiendo, como quien forma un pirámide, estas niveles o escalones son siete y tienen su razón de ser esa cantidad, cada peldaño tiene un tema para considerar los aspectos de la vida.
Los altares se colocan en una habitación o lugar obscuro, o si no está obscuro se tapan los vidrios con papel cartoncillo color negro para obscurecerlo y así hacer que a la luz de las velas luzcan más bonito, se prenden durante todo el día 2 de Noviembre, que es el mero día de los muertos. El altar se puede hacer también en el panteón, encima de la tumba del mismo muerto al que se le está rindiendo homenaje, las personas se quedan toda la noche del día primero en el cementerio decorando, cantando y rezándole.
Es bueno recordar a nuestros muertos, al hacerse el altar y estar colocando cada uno de las cosas que le gustaban, lo estamos consintiendo con mucho cariño, como cuando está viva la persona. A algunos les gustaba el tequila, pues le ponemos su botella con sus vasitos de vidrio (se les llaman taconcitos tequileros), a otros les gustaba el pan dulce, se colocan varias piezas de pan de las que más le gustaban, aparte del pan de muerto que también es el tradicional de esta fecha, este pan en forma de un volcán con pedacitos de masa en forma de huesos encima, y en el centro un ombligo, esta bañado con azúcar, es un pan muy rico y suave. Otros ponen como ofrenda un mole en su cazuela de barro, este para que baje el muerto a comer su molito y esté contento, es simbólico claro, no pueden faltar los tamales de diferentes sabores, como pollo, puerco, azúcar, frijoles y queso, para que los disfrute en su día el difunto, si era niño o niña el difunto, se le traen algunos juguetes que eran los que más usaba, para que juegue con ellos. Algunos les ponen su guante de béisbol para que venga a ver que recordamos que era de su gusto jugar a este deporte.
En el centro del altar se hace una cruz con cal, que es como talco blanco para santificar el altar, esto también porque como es un polvo muy fino, se hace notar el difunto marcándolo y delineándolo con sus dedos para demostrarnos que aquí estuvo entre nosotros, nosotros que creemos que están con nosotros todavía.
Se coloca un perro de cerámica que es el que lo va a acompañar para cruzar el inframundo, ya que la cultura maya creía que los muertos tienen que ir primero al inframundo para posteriormente irse al cielo donde todos quieren ser recibidos, son creencias que nos han heredado nuestros antepasados.
Las frutas que se ponen al altar normalmente son la caña de azúcar, las naranjas, mandarinas y jícamas, que son frutas que en todo el país se pueden conseguir fácilmente, la más común es la caña que es de donde sale la azúcar, es un tallo muy duro por fuera, pero algunas veces lo venden antes de entrar al los panteones ya sin la corteza, el centro se mastica y absorbe lo dulcecito del azúcar, después se tira lo que sobra. La jícama es una raíz blanca muy rica, se come en lajas con chilito en polvo y limón.
Los altares están muy bien decorados con muchas flores anaranjadas que se llaman cempasúchil, es el icono ancestral de este día, además despide unos aromas muy agradables que según la creencias purifican el ambiente, claro también hay de otras, pero en menos cantidad, la flor de muerto de terciopelo es de color morado, otras son las margaritas blancas y amarillas, los claveles de todos colores para formar figuras con sus pétalos y decoraro muy original.
Las calaveras de azúcar, que son cráneos pequeños hechos de azúcar y decorados con granitos de diferentes semillas, como el ajonjolí o las alegrías, a algunas calaveritas les ponen nombres en la frente para dedicársela al muerto. Las mujeres se disfrazan de catrinas, con vestidos de la época de la revolución y la cara pintada de blanco con adornos de florecitas muy típicos del grabador José Guadalupe Posada, será por eso que se considera el vestuario de la época del Porfiriato, que fue cuando el vivió.
El papel picado de varios colores, anaranjado, morado, negro y amarillo rectangulares pero con su imitación bordado en las orillas y en el centro las clásicas catrinas en calaveras o los catrines también en calavera, estos se unen para formar un banderín largo para decorar los techos o las paredes.
No podía faltar la música, que puede ser con una bocina o con el mariachi completo para alegrar los corazones, se ponen las canciones que le gustaban al difunto, canciones que todos conozcamos para cantárselas a coro con los mariachis o con lo que sea. Hay mucha música mexicana ranchera que es muy alegre y que está grabada en nuestra memoria porque conocemos la letra casi completa.
No hay que perder esta bonita tradición de hacer los altares de muertos, es una actividad muy emotiva en donde se recuerdan a nuestros seres queridos, es una manera de no olvidarnos de dónde venimos y por quienes nos sentimos orgullosos de ser lo somos. Los mexicanos vemos la muerte gracias a estas tradiciones de una manera muy alegre, como pretexto de reunión de la familia. Que no nos ganen la mercadotecnia del Halloween que solo venera a los diablos y a los monstruos, en cambio nosotros veneramos a los muertos que son y fueron un gran ejemplo para nosotros. Ellos siguen viviendo entre nosotros es nuestro sentir, ellos nos cuidan y mantienen la unión familiar.
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