ZARANDAJA IMPRUDENTE
Con la voz azul y rojinegra mirada,
ya melodiosa la estepa se oculta,
por el fresco aroma del tiempo.
Del verde, de espuelas, de abedul,
donde habla de la vida vana la vela,
plomiza y milagrosa, en la rosa risa,
la mañana de la lámpara perdida.
Los ecos de los espejos, escapan,
dichosos, nidos de mil acacias,
como dicen, que alumbran rojos,
los diminutos guijarros, estrellas,
en simulacros de acero apagado.
En la noche de silencio, amarilla,
por la espuma, se pierde caliente.
Y al mecerse tranquila, esa nube,
olvidó el alma del viento en la lluvia.
Vela de cera que enciende luceros,
más luminosos cuanto más distantes,
en el triángulo agorero de la esfera,
que asigna la eternidad a los relojes,
en cada instante, huecos olvidos.
Con cálidos suspiros dibuja nieve,
en los ojos la blanda dulzura gris,
y alfileres en pálidos escalofríos,
nada ofrecen a la fuente, fuerte.
Atracción donde la noche germina,
encarnada en fértil selva, serena,
entre caballos de vidrio, helados.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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