¡Bienvenidos a Mórfosis Org! –Escuchas difuso el altavoz dentro de las instalaciones. El reflejo de los autos aparcados en el asfalto y la luz de medio día dificultan la concentración. Otra vez el ligero silbido en tus pulmones. Apoyas la palma de tu mano en el cristal, un ligero escalofrío. Es porque estamos en diciembre –piensas- Aquella mujer de cuerpo atlético se acerca al notar que estas en dificultades.
Disculpe la irrupción –te dice- al parecer tiene problemas para entrar.
-Aseguras que el reconocimiento facial debe estar averiado. Ella te mira con la misma sonrisa antinatural de las modelos impresas en la publicidad de la clínica.
¿Su huella dactilar tampoco funciona? –Pregunta sin dejar de sonreír, después repone- ¡Oh! No lo note antes, lleva guantes, debe ser el frío, pero es necesario…
De eso quería hablar- la interrumpes- mis manos tampoco…
Continúa hablando, sin mostrar interés -Pero que interesante ¿Esa corrección en los ojos se la hizo recientemente? ¡Se ve sumamente bella!
-Gracias por notarlo- respondes. Tus ademanes tienen la gracia de latones oxidados. Poros crispados. Confirmas a su pregunta.- Sí, sí. La semana pasada, solo que tengo un inconveniente que me gustaría tratar en privado…
Seguro que podemos ayudarle en recepción –asegura- disculpe la sonrisa, no es indiferencia ¡solo que de verdad se ve muy bien!
-Agradeces su ayuda pero la rechazas, acentúas el tono y pides hablar con el doctor Turner, específicamente sobre lo que te inyectó.
Tu interlocutora pide un minuto. Baja ligeramente la manga de saco blanco y notas los puntos rojos de algún dispositivo encendido dentro de su antebrazo. Realmente son impresionantes los avatares robóticos, piensas con asombro, comprendes la frialdad de sus palabras. Voltea y te hace un barrido completo de cuerpo. Sigue sonriendo. Con el índice y el pulgar hace esa seña que usamos los humanos para pedir un momentito. Vuelve con noticias:
Lo lamento, el doctor Turner no está disponible ahora y probablemente nunca más, pero por favor no cambie su expresión, ahora mismo la hago pasar con el doctor en turno.
Gracias –dices con desconcierto. Ella coloca su gafete en el identificador. El clic en la puerta te indica que puedes pasar.
2
Por favor descubra su cuello…
-Hay poca nitidez en los sonidos. El calor en las plantas de tus pies no se alivia pese a las zapatillas deportivas de malla y la ausencia de calcetas. Observas el escritorio, no están los libros del doctor Turner, tampoco en la pared esa fotografía con el busto de Buzz Aldrin. Preguntas el nombre del doctor.
No es necesario ahora para hacer mi trabajo –responde en seco, pero amable.
El cuello por favor –insiste. Se acerca tanto que percibes su aliento a pasta dentífrica. Es humano –confirmas en tu mente- los avatares no se lavan los dientes, no lo necesitan. Continúa pasando hisopos por tu cuello, los coloca con cautela en probetas. Tiene en la muñeca la cicatriz de un tatuaje borrado con láser, no debe ser muy vieja.
Muy bien. Sí. Aquí está. –confirma alejándose un poco y mirándote fijamente. Toma tus parpados y los observa detalladamente. Otra vez su aliento. Te acerca el espejo.
¿Nota la descamación en la piel? –pregunta y confirma al mismo tiempo- seguro que es igual a la de las manos.
-Eres consciente de que esa descamación no estaba hoy antes de salir de casa. Te asusta que sin examinar las manos sepa que presentan la misma condición. Cierras los ojos. Escuchas el ruido del tecleo en el ordenador. Dedazos limpios, puntuales, rápidos, pareciera más de una máquina de escribir antigua. Termina el tecleo. Escalofríos.
Se encuentra dentro de los nueve días, Ana –es la primera vez que te llama por tu nombre- Se lo comunicaremos a control sanitario, lamentablemente no podrá abandonar las instalaciones ahora. Su familia será notificada e indemnizada totalmente.
-No tienes fuerza para hablar. Sed. Tus fuerzas te abandonaron. Sabes que la degradación es presurosa. No entiendes de qué habla. Niegas con la cabeza.
El doctor Turner inyectó a algunos pacientes ADN de una especie marciana no comprobada aún –te dice desde su escritorio- usted es ahora la paciente número 14. Los individuos están presentando… cambios, no podemos correr el riesgo de una masificación, entenderá que es peligroso.
-Se acerca para decirte algo en voz baja, no lo escuchas. Intentas hablar. Saca de la gaveta otros guantes, escuchas el látex estirándose. Destapa una botella con agua, te la ofrece. Bebes y sientes que el camino hacia tu estómago está hecho de minerales que se incrustan en la carne.
Pero esto es una clínica autorizada, no debería suceder - murmuras-
Las modificaciones corporales son un riesgo, Ana –confirma con cara de lástima- se encuentra en la parte baja del contrato.
-Duermes…
3
-Observas a un médico a través de la ventana, está leyendo; nunca lo habías visto. Nota que has despertado y se acomoda los lentes, se levanta de la silla. Entra por la puerta que está al fondo. Te da la bienvenida, deduces que es árabe por el acento que utiliza.
-Estuvo tres semanas en preparación –expresa con entusiasmo. Te ofrece su mano. Al incorporarte sientes una vitalidad que desconocías. Puedes identificar uno a uno tus dientes. Tienes conciencia de cada hueso que se acomoda y cruje. Tus músculos son firmes. Escuchas el palpitar lento de tu corazón. Tus sentidos son exquisitos. -No ha estado mal después de todo –piensas para reconfortarte.
Ibrahim. Se presenta ceremonioso. Te invita a pasar a la siguiente sala. Es sorprendente la cantidad de personas que están trabajando alrededor tuyo. Observas. Alguien te increpa por estorbar.
-¿Qué es esto?- preguntas confundida.
Ya lo vera –Ibrahim responde y sonríe. El si lo hace con naturalidad. Entras en la sala. Un equipo con trajes espaciales se acerca. Desprenden tu casco con cuidado y esperan tu reacción. Se emocionan cuando confirmas que puedes respirar.
Te llevan a una sala más pequeña y ellos permanecen dentro. Ibrahim te muestra su palma y la mueve indicándote avanzar. Avanzas. La persiana se abre lentamente hacia arriba y una luz natural te deslumbra. Te tallas los ojos. Observas y avanzas con dificultad. Un terror profundo te invade.
Intentas regresar pero la persiana ha bajado.
Estas en suelo marciano. Gritas.
Ahora eres una de ellos.
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