DIÁFANO EPÍTOME
Con la testa desgreñada, sueña,
del tocado el viejo peine, solo,
harto de ilusiones él, albedrío,
su miseria todo explica en vano.
Sin cesar suspira sonoro,
al ruego ciego callando.
Deshaciendo la mano la espada,
despedaza en la boca su filo,
basto en la materia indemne,
de acabar mal muere de miedo.
En el trapecio que nadie advierte,
de luminosas mariposas la suerte.
Armonía en el alma conservando,
con indecible anhelo va sufriendo,
del mar bravío con espumosas olas,
de pena honda la existencia cruda.
Incólumes las manos blancas mira,
espiritual al luto sin rumbo blando.
En espectrales brumas errabundas,
envejecido viaja el magno mástil,
extasiado en las pupilas arrobado,
enlaza aire a sueños pudibundos.
Derramada la sangre en el olvido,
nebulosa la consciencia perece.
Umbrío en el boscaje de las brisas,
matinal el sueño invisible vuela,
donde hierven burbujas oleosas,
imperiales manos de miel hechas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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