EL ECO DEL ESPEJO
Estuvo acariciando dagas dobles,
al silencio entre un torrente,
persiguiendo himnos con espuelas,
con la espuma gris del viento,
rompiéndose en raudos rombos.
Ya no espera las injurias del tiempo,
con la sangre, que lejana llora,
su memoria buscando, atrincherada,
endurecida, con pasión y con prisa,
junto a la confianza yerta.
Fue un espejo que cosechaba el campo,
y en la memoria enigmas esposados,
con la piel del sol cansado en la noche,
que esconde los muslos y enmudece,
arrojando de la altura las estrellas.
Al espejo el eco refleja, arcano rostro,
con el valor que pierde cada diente,
meditando en las pestañas impúdicas.
Con amarillentos recuerdos ruidosos,
alimenta serpientes vencidas.
Reseco el eco sorprende, en la manzana,
al reflejo escondido, en sombreros,
ignorando al mar encapuchado,
desnudando al ímpetu sonoro,
y al vapor, libres liebres febriles.
Mortal viajera, asolada la noche cultiva,
plumas, ventanas, espadas y espejos,
por donde el sabor, perdió el saber,
con el olvido plateado escapando,
del eco vibrante en pereza porosa.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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