Mi primer infidelidad
Por Primeriza
Enviado el 26/11/2019, clasificado en Adultos / eróticos
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Eran las 5 de la tarde aquel jueves, y después de un día bastante agotador me disponía a ir por ti.
Te esperaba en el lugar indicado, mi corazón estaba a mil por hora, como si se tratara de mi primera vez. Subiste al coche, nos saludamos tímidamente, aun sabiendo que deseábamos esto desde hace mucho tiempo.
En el camino íbamos hablando de tonterías. No puedo mentir estaba nerviosa, imaginaba como serías en la intimidad, pensaba en todas esas fotos que me enviabas y deseaba sentir ese grandioso instrumento dentro, no podía creer que esto iba a ocurrir ya iba húmeda, deseosa y lista para ti.
Llegamos al departamento y el deseo empezó a hacer su trabajo, mirándonos fijamente y con ganas de todo, empezamos a besarnos desenfrenadamente, estábamos sin ruido, sin espectadores, sólo tú y yo, todo se conjugó para que ocurriera.
Comenzamos a besarnos tus besos sabían a prohibido tu lengua chocaba con la mía, tenía duros e hinchados mis pezones, sentía nuestros cuerpos calientes mi vagina palpitaba deseosa de ti.
Me comienzas a desvestir, bajas mis panties, y sumerges tus dedos en mi vagina húmeda, se deslizan sin problema dentro de ella, mientras con tu boca besas cada parte de mi cuerpo, te detienes en mis senos, jugueteas mis pezones mordiéndolos suavemente, mi cuerpo empieza a temblar. Quiero sentirte dentro, siento una desesperación de que no lo insertas. Sigues masturbándome sutilmente, algo dulce aunque nuestra intención es tener sexo sucio y sin remordimientos. Me volteas y comienzas a recorrer con tu lengua mi espalda, siento que quiero explotar, me urge que me cojas ya.
Me tienes toda para ti y lo sabes, metes con fuerza tú caliente y erecto pene, tus movimientos son fuertes pero contundentes, mis líquidos son cada vez más abundantes y espesos y las ganas de venirme son imparables, me ultrajas, te vuelves más deliciosamente salvaje, mis piernas comienzan a temblar, detengo un momento el acto gimo de placer y tú solo sonríes al verme, bajas a mí con chita y la lames no puedo creer como saboreas todo lo que derrame.
Tenemos que terminar este encuentro secreto y con una sonrisa nos despedimos quedando vernos en el mismo lugar cada jueves a las 5 de la tarde para seguir disfrutando estas deliciosas cogidas hasta que alguno decida que ya es suficiente de engañar a su pareja.
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