Libremente entre rejas
Por La_Respuesta
Enviado el 14/04/2012, clasificado en Varios / otros
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Aquí no hay nombres propios, tópicos a los que agarrarse, ciudades que marquen un estilo, vestimentas que puedan dar a entender quien eres, no hay colores ni aromas que diseñen un camino a seguir y por supuesto, no hay cárceles no hay libertad.
Este chico, con nombre libre para el lector y sin rasgos que le diferencien, amén de que la imaginación de cada uno sea más elocuente que este que escribe, nació sin más, en su familia, en su ciudad, en su país, en su continente, en su mundo. En nuestro mundo. Él, no sabía nada de lo que le esperaba, de cual sería su vida, pero los demás ya lo sabíamos. El sendero que marcaría con sus huellas ya estaba prestablecido. Y es así, sin grandes aspavientos y sin tono galesco como da comienzo esta historia.
Tras dar sus primeros pasos, dientes, risas, lloros, caídas y escuchar demasiadas carantoñas, o ninguna, ininteligibles para un ser tan puro. Un día, sin que su conocimiento efímero pudiese esperarlo, las manos que le acogen y los mimos, antes abundantes, pasan a un nuevo ciclo, el primer paso de su sentenciada ruta. La latitud y longitud (clave en nuestras vidas) dan lugar a varias vías de escape con una sola puerta.
El viento le sopla en la cara, a veces de noche a veces de día ¿Un techo? Puede ser, pero no es seguro. Misma enfermedad y diferente destino. El tiempo pasa por delante de el a un ritmo demencial, sin respiro. Los acontecimientos se suceden sin que sus gestos, acciones y esfuerzos den fruto alguno. De tantos recorridos con mismo final, hay uno que aquí concluye. Muro inexpugnable, o no, que no se desea superar.
Pero nuestro amigo da otro paso. Ya todo cambia, hay fuerzas renovadas, emociones que llegan cada día y que le atraviesan provocando nuevas sensaciones de locura, de abatimiento por nimiedades que, por cosas del ´destino´, son el centro del universo. Tardes diferentes que en poco o nada se diferencian de las ya pasadas por sus predecesores. La historia no se repite porque nunca pasó a ser historia. La continuidad y la repetición marcan el tiempo de este ya joven.
Dejas atrás sus muñecas, ya sean de trapo, sucias y mugrientas, o la última que tiene más cerebro que quien la hizo. Ya no corre como antes, ahora la meta es otra. El miedo y el desconcierto pugnan con letras sobre papel que debieran cambiar todo un destino. ¿Verdad o atrevimiento? No puede ser más real. Ahora lo que se echa por encima hace girar el mundo, de moda o de segunda mano, hay que marcar diferencias iguales. Él-la prueba y reprueba. ¿Estar convencido? ¿Y quién lo está? Inseguridad manida que le hace entregarse a su ruta, a su amor. Todo nuevo y nada nuevo. Pero no todos los afluentes acaban en la misma hierba. Líquido envenenado y fuego proyectado terminan abruptamente con senderos que chocan con aquella primera sonrisa. Los territorios mandan.
Ahora ya sí, este chico es mayor. Tiene edad para todo y lo puede todo. Cualquier reto es factible dentro de un mercado de valores pugnantes que someten al más ¿alternativo? Él sigue un movimiento como decisión certera de algo relevante. Tengo capacidad para cambiar cosas se dice. Una evolución permitida a veces por necesidad. Hasta la cárcel tiene necesidades si señor. Un modo de vida, alegría verde, refugio entre lágrimas mientras hay comidas digo reuniones, para secar esa tristeza de iguales.
Charcos que pasan a océanos, ya no hay más paradas. Levantarse, andar, ganar, mentir y ya hay un nuevo llanto. Nuestro hombre ya sabe lo que le espera. ¿Qué hizo él para merecerlo y cometerlo? Estaba allí.
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