Mi vecino

Estoy sentada en una cafetería. Estoy sola con mis pensamientos y todos ellos van dirigidos ha ti. ¿Cómo se puede una a llegar a enamorar de una persona que casi ni conoces?, por desgracia no tengo respuesta para esa pregunta, que seguramente no seré la primera que se la haya echo.
Le veo llegar a lo lejos y se me acelera el corazón, las manos empiezan a sudar y empiezan mis dudas, ¿quiero que me vea y se tome algo conmigo? ¿Y si no quiere tomarse algo conmigo? , ¿seré el tipo de mujer que a él le gusta?, al final me quedo quieta y rezando para que no vea y a la vez para que me vea.
Levanto la cabeza del libro que me estoy leyendo para ver si aún estas hay y veo que te estas despidiendo del camarero con tú bocadillo del almuerzo en la mano, te giras en mi dirección haces un movimiento de cabeza y me saludas con la mano, yo hago lo propio y levanto la mano para saludarte y vuelvo a meter mi cabeza en el libro.
Al rato de haberte ido se me acerca la hija del dueño de la cafetería y me pregunta,
- ¿Quién es ese chico tan guapo que te ha saludado?
- Supongo que te referirás a Juan, es vecino mío, si que es guapo ¿verdad?
-Si que lo es, ¿sabes si tiene pareja?
-Que yo sepa no.
-Interesante- dijo mientras se retorcía uno se sus estupendos rizos rojizos.
Ya no tenía nada que hacer frente a esa chica, era todo lo contrario a mi, voluptuosa, sensual y muy muy guapa, la típica mujer d anuncio de lencería.
Me fui a trabajar y estuve todo el día distraída, imaginando a esa chica con él y acababa llorando en el baño, me miraba al espejo y me odiaba a mi misma por ser como era y eso hacia que me odiara más aún, sentía lastima por mi misma, que pena de mujer.
Acabe mi jornada laboral, me fui para casa a darme una ducha y a comerme un buen bote de helado de chocolate, ver una película romántica y llorar a mares.
Serían sobre las 22:30 más o menos cuando llamaron a la puerta, abrí la puerta y ahí estaba él, me quedé de piedra, ¿que hacía en la puerta de mi casa?.
    •    Veo que no tienes plan pasa salir esta noche- dijo mirándome de arriba a bajo
    •    No, la verdad es que no- dije mientras me miraba mis zapatillas de unicornio.
    •    Yo tampoco, oí la televisión y pensé que igual te apetecía salir a cenar, pero viendo lo cómoda que vas, igual prefieres quedarte en casa, lo siento otro día.
    •    Podemos pedir pizza o chino y que nos lo traigan- lo solté sin pensarlo y no se cara pondría pero el se echo a reír.
    •    Me parece un buen plan. - Abrí la puerta de par en par y entró.
    •    Pasa, voy a cambiarme y miramos a ver que cenamos.
    •    No t cambies, así estas muy bien. ¿Pizza o chino, que prefieres?
“A ti, te prefiero a ti” pensé. Chino esta bien dije. Llamamos al restaurante chino y muestras esperábamos abrimos una botella de vino y nos servimos una copa, nos sentamos en el sofá y nos pusimos a charlar, “a parte de guapo es simpático, que suerte la muchacha que te pille”, llegó la cena, cenamos sentados en el sofá, hablamos, reímos, fue una noche estupenda, hacia tiempo que no me reía tanto.
Ya habíamos terminado de cenar y la botella de vino estaba vacía, cuando dijo el tan temido “será mejor que me valla”, fuimos hasta la puerta, nos despedimos yo estaba cerrando ya y me dijo:
    •    Me gustaría volver a repetir, si a ti no te importa, me pareces una mujer muy interesante, ¿te apetece cenar conmigo otra vez?
    •    ¿Me estas pidiendo una cita?
    •    Ehhh, bueno. . .. . .  si creo que si, pero si no te apetece
    •    Si, si que me apetece – dije sin dejarle acabar la frase. Se acercó a mi, me cogió de la barbilla, me levanto un poco la cara y me besó.
    •    Pues tenemos una cita para cenar mañana, a las 9 paso a por ti- se dio media vuelta y se fue por las escaleras a su casa.