HIERÁTICO Y DEMÓTICO
El fuego de siempre dormía, en la verdad,
que cada signo representa, fonético,
en los pedernales, silábicos, agotados,
y los escarabajos se alejan de sus dueños,
anudando a la soledad intacta, temerosa.
Con perseverancia perspicaz.
Por ésto, abandona el busto al mástil rojo,
del madero de las puertas con empeño.
¡Nada de borrachos de anís!. Sólo flores,
permanecerán largo rato, donde se danza,
atónitas y temerosas, con las montañas.
Con meridiana mesura.
Dudando, soñando sueños, por el camino,
que ningún mortal resucita salpicando,
aunque se haya atrevido, con el bosque,
a jamás soñar, ni escribir inmutable,
a la luna incomprensible, con horquillas.
Con rozagante reverencia.
Lanzas que iluminan los manantiales,
por los rincones, de nubes y acordeones,
donde el viejo polvo perdona, al viento,
que congrega estatuas y musgos, yertos,
en cajas que aguardan un lago indiscreto.
Con deslumbrante discordia.
Porque estriba el misterio de repente,
entre el silencio de cangrejos de cuarzo,
con los pedazos de jovenes sombras,
y un limón seco, bajo el brazo débil,
olvida al murciélago de las carretas.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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