ANDRAJO ÍNCLITO
Y si con mal esta canción canta,
amarilla habitación de la aurora,
el día para el hombre nacerá,
sin medida en cada instante,
tan laxo rubricando al parque,
tan agobiante como atribulado,
tan fortificante como contingente.
Temprano o tarde el tedio inunda,
incólume al pavor profundo lodo,
con la flecha que se aleja y cruza,
ayer, afanes del eco soporosos,
con manantiales de hormigón,
con egregio candil intransigente,
con munífico albañal zaragatero.
De suaves brisas el sepulcral silencio,
con lazos fraternos la nostalgia bebe,
al destino que altivo avanza y quema,
de la existencia absurda absuelto hoy,
donde la morosidad es ortodoxa,
donde la holgazanería es virtud,
donde la involución es ingeniosa.
En los vergeles del albedrío sombrío,
la indulgencia es invasor triunfante,
clavando redondo al vapor vibrante,
en el centro afligido del mismo gris,
entre los fastidiosos remilgos ruines,
entre los porfiados laudables lutos,
entre los anodinos hervideros vanos.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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