Animalario

Mi animal frenético -dices tú-  animalada ánima al lado, animismo de mis huesos, instinto alentado, necesidad saciada fuera de nuestro hábitat cercado.

Mi animal acechante –digo yo- huella constante, silbido en el árbol, estela de cometa inanimado, desnudez esotérica erótica estoica, respiración humeante, también alebrije, animal alado.

Animal hada, fuego, incendio onírico, segundo plumaje en color mango, ave paraíso de cielo negado.

Dijiste: ven y muerde.

Acudí al llamado.

Te descubrí en estado nahual. Mutando. Bebí del lago bajo que brota entre las extremidades paralelas que te cambiaste por las alas.

Animal extraño –dices de nuevo-  incompleto. ¿Si pudieses detener el tiempo volverías a hundirte?

Animal cínico –te digo y muerdes el labio- me sumergiría, otra vez. Infinitamente. Sin dudarlo.

Mi animal mitológico, sirena  -te dije extasiado- y me perdí en cantos. Encantos, tu espíritu felino que se volvió rugido, eco. Zarpazo. Lagarto espacial. La espalda serpenteando. 

Y así empezamos.