CON PUNDONOR FIDEDIGNO
Cuando tengas tarde las injurias,
y el tiempo ganas de morir en tí,
únete al núbil fuego del acero,
donde llega el lino, con alba frente,
el lienzo extraño y el lobo azul.
Es el combate derretido sueño,
de las lavanderías y montañas,
porque nace dorada una espina,
y la castidad regresa arrepentida,
con la espuma de la esquina.
Como el viento de las horas, dulces,
que barren las nubes marchitas,
y en las calles, los caimanes dorados.
Ya van adivinando la culpa nevada,
en el goce que los vestidos adornan.
Escucha, nada encubren del engaño.
Márcale al candado la cadena libre,
en el arco de la esperanza yerta.
Descúbrele el corazón al viento,
y déjalo latiendo bajo el silencio,
Con el trigo enamorado del tigre,
suelta al delirio colgado de flechas,
con la palabra pálida y tierna,
que olvida, que desea, y olvida,
a uno extraño, y al otro no,
Como los árboles esperan verlo,
solo en lo insípido y solitario,
en la hora de las mil muertes.
Llena el aire de alfombras rojas,
con el fuego del rumor y la bruma.
Pura heredera del suelo y herradura,
es la luna reflejada en la hoguera,
porque esconde la cabeza un pescado,
abajo de las burbujas una almohada,
y cuenta en el desierto mil claveles.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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