INCONCEBIBLE ALCURNIA
Como en esta época navegan los huecos,
al vapor del año con sus moños,
la flor que nos gusta, huyó con fiebre,
y no está al alcance de las nubes,
así que envío una mariposa.
Con las gafas de la espuma,
enmudecida de noche,
ya que escribe solo arrodillada,
algo risueña en su cuaderno,
porque uno se siente tres.
Con la participación de los animales,
desnudos, despistados en la cultura,
por la raíz de la primera nube,
que se remonta a la última playa,
con el arrullo de tiempos embriagados.
En las pinturas rupestres, los instantes murieron,
con aromas de silencio, y lunas delirantes,
que aparecen como partes del arbusto,
en la timidez de actividades indiferentes,
al horizonte relacionado con las piedras.
¡Míralo!. ¡Qué misterioso e inefable!.
Con el instinto vistiendo escalofríos,
y simbolizando las espinas de un reloj,
al mismo tiempo, dibujando agujas,
en la ausencia de una fuerza superior.
Y cuando digo esto, la tarde glacial gime,
y quiero decir, al áspero aliento, canta,
y cuenta, aunque sea el fuego temeroso,
aunque sea su semblante húmeda piel,
para que sacuda solo al polvo plumas.
¡No las escuches!. Solo míralas,
presurosas van por el bosque culpable,
sin saber derramar las torpes tablas,
a ciencia cierta, robles y abrojos,
que cualquiera puede presumir.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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