Mirar hacia el interior

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En muchas ocasiones tuve la ilusión de vivir cerca del mar. Pensaba que de su proximidad surgirían prosas acertadas y rimas atrevidas. Pero no es así. Ahora delante de esta inmensidad que ni me sugiere, ni me habla, ni me amenaza, comprendo lo mucho que me equivoqué.

Él tan solo está ahí, callado, calmado, ausente. En sus márgenes vacilaron las invencibles legiones romanas cuando llegaron al finis terrae, pero no porque les hiciese daño, sino porque traían el temor con ellos, temor a encontrar algo inesperado, poderoso, a dios mismo. Y allí se dieron cuenta de eso, vieron el alcance de su miedo y flaquearon, porque el mar ¿sabeis?, el mar es un espejo, donde cada uno ve de si lo más oscuro y desgraciado, los deseos no cumplidos, los amores desaparecidos y que ya no volverán, esa oportunidad perdida, aquella otra que nunca llega, el odio que profesas, las injurias que recibes y la soledad, más claramente que ninguna cosa y sobre todas ellas.

Delante de este abismo me encuentro vacío, ya no son años...., os reís y me decís que aún soy joven. Como amigos flaco favor me hacéis, lo entiendo porque con vosotros aún esta la juventud, y eso es ya de por sí una circunstancia atenuante. Los otros callan, comprenden.... El exterior aún aguanta,  aunque del interior hace ya tiempo que dio buena cuenta  la carcoma. Es cuestión de tiempo venirse abajo. Podría resistir aún, quizás más de lo que yo quisiera, pero no es lo adecuado. La llama hace tiempo que no prende. Hace frío. Los que pasan a mi lado ya no me ven, no importa....

Ahora se como llegué a esto. Un día me levanté como hacía cotidianamente y me sentí débil, abrumado, sin fuerzas para luchar una vez más, y estaba solo, eso fue lo que más me dolió. Hacía tiempo que lo sabía, pero siempre me engañaba pensando que estaba muy lejos, aún en el último momento.

Voy a adelantarme a mi destino, le ahorraré el viaje, saldré a su encuentro y le diré: Compadre da la vuelta. Aquel a quien buscas ya partió.

Luego caminaremos juntos y escribiremos el epitafio adecuado:

El fin nunca tiene página, cuando llega siempre es la última.


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