Y ella se encontraba parada frente a la ventana de su dormitorio
Su rostro se reflejaba en ella. Sin embargo ella no se veía, no se reconocía. No era ella, desde aquel momento era otra.
Dentro de ella crecía otro ser un ser espiritual místico alguien que no conocía pero que despertaba todo lo que ella anhelaba
Al lado de su reflejo veía el reflejo de un hombre. Miró hacia los lados pero no vio nada, no vio a nadie. Sin embargo en aquel cristal seguía reflejándose aquel hombre.
Ella no dejaba de mirar, no dejaba de observar a aquel hombre que la miraba a través de aquel reflejo; y de repente lo sintió en su interior, como una fuerza magnética que la absorbía por completo que la arrastraba hasta la locura hasta el éxtasis, un sinfín de sentimientos que ella no lograba reconocer.
Se durmió y soñó con el hombre del reflejo, sintió en sus sueños sus besos sus caricias sus palabras, como le susurraba que la amaba; y entonces despertó.
A la mañana siguiente, salió de casa y allí en la estación del tren volvió a ver en una ventana el reflejo de aquel hombre. Ella miró desconcertada, y lo vio. Allí estaba, la miraba le sonreía
Y entre miradas aquel amor creció.
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