LA JEFA

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Sonia salía todos los días del trabajo, en las oficinas de una multinacional, llorando. Su jefa, una mujer de mediana edad, le hacía la vida imposible. Le exigía más y más, a veces le afeaba su aspecto y las broncas eran diarias por cualquier falta u omisión que cometiera. Un día no acudió a la oficina y no llamó para justificar su ausencia. Tras tres días sin acudir a su puesto de trabajo ni contestar al móvil, la jefa se presentó en su casa. Dudó en abrirle la puerta cuando la vio por la mirilla. "Abre, Sonia, sé que estás en casa. No temas, vengo en son de paz", le dijo la jefa. 

Por fin abrió la puerta a medias. Llevaba el pijama puesto y encima una bata, el pelo despeinado y ojeras. Vio que su jefa traía un ramo de rosas rojas. "¿Puedo pasar?", le preguntó con suave tono de voz que casi nunca le había oído. Sonia le franqueó la puerta. Le entregó el ramo de flores. "Te alegrará el ambiente si lo colocas en un florero", le aconsejó. Sonia se lo llevó a la cocina y después regresó al salón, en donde su jefa la esperaba de pie. "He venido a disculparme, te he tratado siempre muy mal, injustamente. Eres una buena secretaria y no te mereces mi forma de actuar contigo. Te necesito. Te ruego que vuelvas al trabajo.", le dijo. 

Sonia cruzó los brazos delante de su pecho y movió la cabeza en sentido negativo.

"Estoy dispuesta a someterme a la prueba que decidas para convencerte de que todo será distinto. Castígame de la manera que prefieras, ahora mismo, aquí mismo. No lo sabes, pero soy bastante masoca", le explicó. Tras pensar en silencio un rato, le dijo: "Acompáñeme". "Pero ya no me trates nunca más de usted, salvo en la oficina. Hay que conservar las apariencias en público", le dijo.

La jefa fue detrás de Sonia hasta el amplio baño. "Desnúdate", le dijo. "Conque esas tenemos, me parece muy interesante", opinó la jefa mientras se desnudaba. Una vez desnuda le dijo que se sentara en el suelo, de espaldas al inodoro, apoyada en él, y dejara la cabeza colgando sobre el agujero. La jefa obedeció con una sonrisa. Sonia se desnudó y se colocó en cuclillas sobre la cabeza de su jefa. "No te muevas hasta que te lo diga", le indicó. "No lo haré, me sorprendes", comentó. Sonia orinó profusamente sobre la cara de su jefa y le dijo que abriera la boca. La jefa obedeció sin ascos. Una vez que Sonia terminó de orinar se apartó del inodoro. "Ahora dúchate si quieres", le dijo. La jefa se incorporó y le preguntó si no quería que le limpiase con la lengua. "Sí, hazlo", aceptó Sonia separando las piernas y apoyada la espalda en el lavabo. Su jefa le lamió la vulva durante un par de minutos provocándole un orgasmo. Después Sonia se vistió y salió del baño. Mientras salía, la jefa le preguntó si volvería al trabajo. "Sí, mañana mismo", le dijo.


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