Imperial trono eres tu piedra mía,
tapizada de suntuoso tejido
que año a año, el tiempo, en extender porfía.
No encuentras nada desconocido,
por ser más vieja que el primer ser
que en este mundo haya nacido.
Todo surge en torno a tu ser,
monarca eres de olvidados cotos.
Mágica visión pretendes ofrecer,
bautizando a cada uno de nosotros
con la limpia agua que el alma revive
y desherrumbra los corazones.
Mil robles sujetan el cielo
bajo el cual busco protección,
Puesto todo aquí semeja ser más alegre
que allí,.., donde reina la destrucción.
Todo es sencillo y natural,
no hay guerras, ni hambre, ni polución.
No encuentro vestigios del mal,
que el resto del mundo viene de asolar,
cubriéndolo con su capa infernal.
QUIERO: el odio desterrar,
los aviones en su hangar,
las armadas una por una amarrar.
Detener, todos los trenes que vienen y van,
eliminar las falsas promesas, las injusticias,
la muerte, la desolación,... y que al atardecer,
retornen victoriosas la primaveras
que vivimos en nuestra juventud,
juventud de fiestas y ferias
donde aún la amistad era virtud,
y no la proscrita pasión que ahora,
en su mansa y forzada quietud,
tan solo en algunos irreductibles mora,
aguardando calma y secretamente,
que llegue por fin de resurgir su hora.
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