¿ES DIFICIL EL AMOR? 1

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Hace unos cuántos años que fui con una de mis amigas llamada Margarita, que era una joven tan inconformista como culta; morena, de cabello corto; y con unos ojos grandes en los que se reflejaban una inquisitiva mirada, a un teatro de mi ciudad a ver la excelente obra del prestigioso director sueco de cine y de las tablas Igmar Bergman llamada ESCENAS DE MATRIMONIO.

Era la clásica función teatral cuya fuerza argumental se basaba en el diálogo, y en las complejas relaciones humanas centradas en sus dos protagonistas. En síntesis la historia versaba sobre la crisis matrimonial de una pareja en la que el marido quería separarse de su mujer, por lo que ella sufría mucho.

"¿Como podía ser que la protagonista, que era una señora muy guapa, sensible e inteligente, la cual hasta ahora había congeniado tan bien con aquel sujeto de repente éste había dejado de quererla?" - se preguntó mi amiga Margarita-. ¿Es que acaso aquel hombre era un culo de mal asiento? ¿Era un desalmado?

En aquel tiempo el tradicional y mediterráneo público de la sala de proyección no estaba demasiado acostumbrado a tenérselas que ver con la complejidad humana, por lo que muchos espectadores se despistaron en la dialéctica de los personajes de la obra. "¡Bah, esas cosas pasan allá, en los países nórdicos como Suecia, que son más ricos que nosotros, y tienen otra mentalidad!" - pensaban muchos.

Por eso cuando terminó la representación teatral, cuando mi amiga y yo salimos a la calle ella me espetó:

- Mira. ¿Sabes que te digo chico? Que eso del amor; del mundo de las parejas es muy complicado.

-¡Y tanto que lo es! - convine yo-. Como que los dos sexos son muy diferentes entre sí, tanto biológica como psicológicamente. Por eso yo pienso que una pareja para entenderse debe de compartir una afinidad cultural, porque en ella se asienta su sentir personal. Si esto no se respeta, la relación se puede ir a pique. Claro que también existe la simple atracción física, erótica entre un hombre y una mujer y para hacer el amor no es necesario hacer la comedia del enamoramiento. Decía el gran Groucho Marx que por qué decimos amor cuando queremos decir sexo. Muchas veces disfrazamos hipócritamente el simple deseo sexual con una persona con el amor romántico porque queda bien. Es lo políticamente correcto. Pero yo estoy de acuerdo con el humorista.

- No sé... no sé... - expresó Margarita, que al parecer ella al igual que mucha gente, por inteligente que fuese tenía una cierta confusión con la idea del amor, de los sentimientos.

Sin embargo todos sabemos que el amor propiamente dicho tiene diversos matices; aunque en todos tiene un mismo denominador común que es la generosidad de ánimo. Existe el amor propio, que es aquel en el que uno se perdona a sí mismo de sus propios errores, el amor fraternal a los hijos, a la familia, a los amigos, el amor altruista hacia el género humano que se manifiesta en un acto de solidaridad social. Mas existe también el sobrevalorado, resbaladizo y volátil amor romántico, del que yo apenas me fio.

En el caso de la magnífica obra teatral de Igmar Bergman, vista con más calma, el personaje del marido de la pobre mujer, resulta que se ha enamorado de otra dama y por eso quiere cambiar de pareja.

Imaginemos que este señor sueco - al igual que muchos-, a pesar de ser un tipo brillante en su empresa, el domingo por la noche que es el peor momento de la semana se siente deprimido."¡Oh y mañana otra vez lunes! ¡Me espera una laaarga semana de intensivo y aburrido trabajo!  Casa, trabajo; trabajo y casa... y siempre lo mismo. ¡Que triste y aburrida es la rutina de la vida!" - piensa él.

Pero cuando llega el antipático lunes, y el hombre va a su oficina le asignan una guapa secretaria que a su juicio lo entiende a la perfección. A los pocos días el señor sueco se siente atraído por ella, la cual representa la novedad erótica que le ayudará a burlar a la gris rutina que le embarga ya que el tener una aventura romántica con otra mujer, para este hombre - y también para cualquier fémina en un sentido inverso- es la gracia, lo rutilante de la vida.

Claro que puede llegar el día en que la amante le dice al sujeto que quiere estabilizar la relación; fundar una familia, y se termina el embrujo. Entonces vuelta a empezar con la rutina de siempre, hasta que este ejecutivo encuentra a otra dama insinuante en algún sitio y vuelve a jugar con el amor romántico; un ideal que nunca acaba de alcanzar; que choca con la tozuda realidad que él sólo atisba a medias, porque la persona deseada, soñada una vez vista de cerca no es tan encantadora como él se la había imaginado, puesto que los defectos que ella puede tener se hacen grandes, terribles y difíciles de asimilar.

Este amor romántico empezó en la antigua Grecia con el concepto filosófico de Platón al referirse al mundo de las Ideas y de la Utopía, que es lo inexistente. Posteriormente en la Edad Media los trobadores del sur de Francia y del norte de Cataluña, quienes tenían verdaderas escuelas de su Arte, alentaron el amor sutil y romántico a las princesas de la Corte, mas ¡ay si uno de esos trobadores se atrevía a contrariar a la señora del Palacio! Ella hacía correr la voz a otros reinos de la península lo detestable que era aquel trobador, y éste para poder comer tenía que cambiar de oficio. Siglos más tarde este amor idealizado lo promocionaron los románticos. Una flor, es más que un vegetal. Pues dicha flor en su forma, en su naturaleza subyace un "algo" más especial, que es la esencia de la Creación, de lo magnánimo.

 

 


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