Vivir y destino. Parte 1.

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Vivir era un chico como cualquier otro, nunca se consideró especial ante los ojos de las demás personas pues sus días pasaban al son de una normalidad que podrían ver muchos.

Vivir se levantaba cada mañana, preparaba su desayuno, escuchaba música y organizaba su casa.

Un día como los demás vivir despertó y noto que faltaba uno de los ingredientes para hacer su desayuno, así que antes de preparar cualquier cosa alistó sus prendas para salir y decidió ir a buscar ingredientes.

En el transcurso del camino a la tienda a vivir le gustaba observar a las demás personas imaginando como cada una de ellas llevaba su día.

Miraba la vecina que regaba las plantas cada mañana, la niña que corría por el parque con su mascota mientras lo sacaba a pasear y escuchaba los pocos pájaros que habían a esas horas de la mañana en su barrio.

Pará vivir todos esos momentos tenían algo de magia, pues el poder ver un poco como vivían los demás lo hacían sentirse vivo.

Cuando llegó a la tienda a comprar un poco de los ingredientes que le faltaba noto que había una chica discutiendo con el dueño exigiéndole que trajera más pan blanco pues justo esa mañana leyó su horóscopo el cual le decía que debía comer más pan para tener un gran día.

A vivir le causó un poco de curiosidad la escena de aquella chica así que le dijo que algunas cuadras más abajo había otro sitio donde seguramente tendrían lo que buscaba.

Y así fue, la chica miró a vivir a los ojos con la ilusión de haber encontrado momentáneamente alguien que entendía sus exigencias y que le ofreció una mano de ayuda.

Pero vivir ignoraba eso, vivir solo quería que pasara para poder comprar los ingredientes y seguir con el transcurso de su día.

Al llegar a casa ya con los ingredientes completos puso un poco de música en el estéreo y empezó la preparación de su día con el inicio de un buen desayuno.

A vivir le encantaba cada momento del día y lo llenaba cada que podía con un poco de música.

Al terminar de preparar su desayuno vivir se sentó en el mueble de su sala a reposar un poco el estómago de todo lo que había cómido. De repente cuando ya estaba alcanzando el clímax de su comodidad, alguien tocó a su puerta.

Vivir detuvo un momento la música, refunfuño un poco y se dirigió a abrirla, ¿quien diablos estaba tocando?, se preguntó mientras seguía caminando hacia la puerta. 

No tuvo intención si quiera de asomarse por el ojo de la puerta a ver quien era, solo tomó su mano, giro la perilla y ahí estaba, Era la chica que había visto más temprano en la tienda discutiendo por el pan blanco.

Vivir la observó detenidamente, ella era un poco baja de estatura o tal vez vivir era muy alto quien sabe, tenía una tez de piel clara, ojos grandes, cabello castaño y largo, labios delgados y rosados y unos pómulos casi perfectamente redondos. 

Justo en ese pequeño micro instante fue lo único que vivir logró denotar de ella hasta que dijo unas palabras y corto su ejercicio de observación. 

Hola soy tu nueva vecina, mi nombre es destino mucho gusto. 


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