Eres mi placer preferido

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Tumbada en la cama intento estudiar, pero José Manuel, mi profesor de literatura, no se me va de la cabeza. Leo dos líneas y otra vez veo su sonrisa, sus ojos mirándome en clase. 

Dejo caer el libro y pongo música. Cambio la luz de estudio a una tenue y me relajo acariciándome el cuerpo suavemente, mis manos acarician mi cuello, mis pechos, pellizcan mis pezones, y las dirijo hacia mi vulva. Cierro los ojos.

Estoy sentada en mi silla en la primera fila. La clase va todavía por la mitad del tiempo. Se me hace larga. Si no fuera por el profesor, ni siquiera vendría. 

Hoy está particularmente atractivo y sexi, joder, me pone un huevo. José Manuel me mira el escote y yo disimuladamente desabrocho otro botón de mi blusa y le sonrío. La abro un poco más y aparece un poco de sujetador y el canalillo entre mis tetas, que están elevadas por el wonderbra. El hombre no sabe dónde mirar cuando nos habla de la literatura renacentista del siglo XVI. 

Se me ocurre mirar intensamente su paquete y fijo la vista en él. Un buen rato. Cuando lo miro a la cara, tiene las mejillas coloradas y un bulto empieza a insinuarse en su pantalón. Se ha dado cuenta. 

Abro mis piernas de par en par lentamente. La minifalda se levanta un poco, y le enseño el mini tanga que sólo cubre la rajita de mi chochito. Veo al pobre que me mira y de repente se gira, se dirige a su mesa y se sienta.

Entonces me levanto y voy hacia él. Me sitúo entre su silla y la mesa y apoyo mi trasero en ella. 

—Señorita Carla... ¿qué...

Me descalzo con parsimonia y apoyo los pies en los reposabrazos y apartando el tanga le ofrezco toda la visión de mi despejado sexo.

Al hombre le tiembla la mano cuando la acerca para acariciarme. Al final lo consigue y siento unos cálidos dedos que recorren mis labios ya húmedos y se introducen en mi vagina. Aaahhh¡ Joder! Me moja completamente...

Bajo un pie y lo sitúo encima de su abultada polla con delicadeza, la acaricio mientras lo miro con lascivia, mi lengua pasea por mis labios, insinuante, provocadora.

Desabrocho lentamente los botones de la blusa que quedan y cae la prenda hacia los lados dejando a la vista un par de hermosas tetas semi envueltas en un sujetador lencero de color malva. Lo desabrocho y lo dejo caer. Las miro y acaricio. Mi profesor tiene los ojos muy abiertos. Cojo su cabeza y la empotro contra mi escote. Su actitud me sorprende, responde como un macho impetuoso.

Empieza a besarlas y a magrearlas restregando su cara, contra ellas. Ooooh! Abrazándome por la espalda tira de mis pezones con su boca hasta estirarlos al imposible, luego los acaricia con su lengua y sus labios, besándolos y lamiéndolos. Todo mi cuerpo con la piel erizada.

Y de repente José Manuel se levanta, me tumba sobre la mesa, se desabrocha los pantalones que caen hasta sus pies, levanta mis piernas hasta sus hombros y me la mete hasta el fondo.

—¡Qué caliente estás, Carla... ¡Te voy a follar hasta que te derritas! ¡Pídemelo!

—Aaah! —no me puedo resistir a su voz. Siiiiiiiii, hazlo de una vez, fóllame!

Mis gemidos ante la resistencia de su tamaño preceden a los del placer que me provoca. Mi vagina húmeda permite el movimiento hacia dentro y hacia afuera de su cargado miembro y el roce sobreexcita mi clítoris. Dura mucho el mete-saca en mi caliente vagina, una y otra vez la saca hasta la punta y la vuelve a clavar hasta el fondo; pienso que me va a taladrar y desespero cuando la saca...

Me agarra la cabeza y me besa, sus labios envuelven los míos frenéticamente. Su lengua me penetra hondo igual que su pene.

—¡¡¡¡Voy a correrme, no puedo más... aaah!!! —susurra ronco.

Me llega el orgasmo al mismo tiempo, arqueando mi espalda, mi sexo ardiendo y empujando hacia él, recibo el placer al tiempo que su leche me inunda haciendo que mi interior se contraiga con espasmos y aprisione su polla, mis piernas temblando sobre él...

Mis dedos dejan de acariciarme, la corrida ha sido memorable. Acabo de tener el primer orgasmo con mi profesor de literatura. Lástima que él no lo sepa... quizá algún día se lo cuente.

 

Este relato tiene su comtinuación en: EL PROFESOR CACHONDO


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