La ucraniana.

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Hace poco que cumplí los ochenta años, soy persona recia y de temperamento autoritario y me cuesta asumir que ya las cosas no son como antes. No me desenvuelvo con la diligencia y autoridad debida y tengo lagunas. El viajar ahora no sería tan cómodo de no contar con Kat, una joven ucraniana que tengo adosada a mi para estos cometidos, de forma permanente, ayudándome de forma eficiente en todo. No ha sido la única, pero reconozco que es la más eficaz de todas ellas.

Viajo de forma habitual y mezclo negocio con cultura y diversión y en cada uno de estos viajes la contrato a ella. Le facilito la ciudad donde deseo o tengo que ir, las fechas y cuestiones a tener en cuenta, así como obligaciones que debo cumplir, horarios, personas a contactar, lugares o sitios que deseo visitar y dejo a su criterio lo referente a diversión.

Con suficiente antelación recibo de ella un programa organizado con un detalle pormenorizado de cada espacio y tiempo, lo discutimos a través de emails o videoconferencias y lo concretamos.

Ahora volvemos de un viaje a Londres, ha sido una semana completa de actividades. Ella conduce mientras yo voy aletargado, aún me dura el trajín de dejar el coche de alquiler en el aeropuerto, trasladarnos hasta la sala de espera (entre un gentío tremendo que entorpece el andar y no deja de hacer ruido alrededor), posterior embarque en el avión. Luego ha seguido un vuelo confortable pero no exento de movimiento de gente, recogida de maletas, desplazamiento final hasta el parking y retorno. 

Todo me cansa a pesar de no tener más obligación que la de seguir a Kat, que delante mía va marcándome el itinerario y liberando cuantos problemas van surgiendo. 

He seguido su culo respingón durante kilómetros, conozco a la perfección el movimiento de sus espléndidas nalgas. 

Echado hacia atrás en el sillón del alta gama voy ensimismado en mis cosas cuando percibo una nota discordante en mi bragueta, ésta se mueve y es algo que me complace y mucho. Desde hace días no tenía respuesta suya, mejor dicho, su inquilina no estaba por la labor de complacerme (precisamente cuando más atención le presto. Hace ya algunos años que adquirió una independencia total y actúa cuando le viene en gana. En definitiva, no me hace ni puñetero caso. Estoy hablando de mi polla, cosa que presumo sospechabais. Pues bien, ahora se está desentumeciendo, adquiriendo vida y me abre unas deliciosas perspectivas. Cuando ya la cosa parece definitiva, advierto a Kat. Su sonrisa no puede ser más manifiesta y expresiva, también a ella le complace la situación.

De forma resolutiva busca para el vehículo un estacionamiento provisional adecuado, sabe que no debe desaprovechar la ocasión. Aprovecha una zona de servicio, lo aparca próximo a la estación de servicio y supermercado, estamos aislados pero rodeados en la distancia de espacios concurridos. Cierra las persianas de las cuatro ventanas a pesar de llevar cristales oscuros, pone iluminación interior acorde, posiciona adecuadamente mi respaldo hasta adquirir posición horizontal. Me libera de mis prendas inferiores dejando desnuda mi polla en claro estado de reanimación. 

Se desabrocha la camisa y deja en libertad sus dos preciosas y enormes tetas. Durante muchos minutos, no voy a decir cuántos, se ocupa de avivar las energías del reanimado. Cuando consigue ponerle en clara manifestación ya estoy percibiendo como Kat se relame, paso mis dedos por su braguita y está totalmente mojada. Se lo transmito confidencialmente a mi polla y observo como se pone impresionante. Tengo la polla de un caballo, ella lo sabe y ha esperado hasta este momento. Sé lo quita todo, le sobran ahora todas las prendas. Engulle en su boca una vez más la cabezota enorme y sin esperar más, se afana valiente por envainarla toda en su coño.

Lo hace despacio, no le cabe otra, veo cómo ésta va desapareciendo increíblemente dentro de ella, tiene los ojos cerrados, en su boca un gesto de ensimismamiento gozoso. La tengo empalada y ensancho su vagina a tope, debo llegarle más allá de los confines de sus entrañas. Termina de clavársela y suelta un suspiro, creo que para tomar ánimo. No me coge de improviso cuánto hace, ya sé de lo que es capaz, espero que ocurra y, no tarda. Pausadamente va cogiendo su ritmo. La música ambiental parece saberlo, ahora es más intensa, los violines dan quejidos largos anticipándose. Aumenta paulatinamente el movimiento, veo ya cómo se despega de mis cojones y sube y baja, aunque de forma cauta. Ha estado contenida pero ya no puede más, suelta un grito y comienza a follarme desesperadamente, ya le da todo igual, gime con todas sus ganas y sus contracciones me dan un aliento nuevo, reconstituyente, alimenta mis sentidos y la siento a reventar de grande. No sé cómo puede llevarla toda adentro y afuera. Pero su capacidad es increíble, se corre tantas veces que temo le vaya a dar algo, la sujeto, pero está incontrolable. Sigue y sigue hasta quedar rendida sobre mi pecho, incapaz de liberarse de mí polla enorme.

Ahora empieza realmente la verdadera sinfonía. Le hago un hueco en mi hombre y tengo su cuello esbelto junto a mi boca, le doy besos largos en sus zonas carnosas, busco su parte alta y la muerdo con glotonería y ella se gira y me ofrece el lóbulo de su oreja. Le hago juegos con la lengua e introduzco la punta en su parte interna. Tiembla excitada, se levanta lentamente y me ofrece sus enormes tetas, las acaricio disfrutando de cada hundimiento y resistencia. Sus pezones son botones duros y solo con rozarlos con la lengua la llevo a nuevas contracciones de su vagina. Me recreo mirándola, su guapura se realza en este estado de entrega. Un gesto de sus labios carnosos me muestran plena sintonía. La acaricio con mis dedos disfrutando de sus amplias caderas, sus piernas largas encogidas, su pubis carnoso. Busco con mis dedos por detrás su arito, rozo la delicada piel que lo rodea, lo alcanzo y me muevo en él con sutileza y a la vez descaro, le altera y excita, le provoca reacciones encontradas, sabe que le puede llegar a él, pero ahora eso es impensable.

La contemplo con arrobo, la sujeto bien y llevo mi polla arriba y abajo enérgicamente, es un contacto intenso, profundo, decidido. La reacción suya no tarda en producirse, sé echa hacia atrás y me permite que la vea entrar y salir toda lubricada con sus flujos internos. Disfruto con cada movimiento y ella también, el ritmo es in crescendo por sí solo, siento cada centímetro de mi polla hurgando en sus entrañas. Estamos llegan a la plenitud y lo sabe, antes de que pueda advertirlo empieza ella un mete y saco amplio y ascendente, se levanta hasta verla aparecer casi al completo y se la clava de nuevo con fuerza haciéndome exclamar. Grita y acelera hasta alcanzar un orgasmo largo e intenso que le hace entrar en convulsiones, sigue y berrea sin límites. Me cuesta describir su expresión, así como la presión enorme en mí polla que está tensa y dura. Cierro los ojos incapaz de asumir tanta fuerza concentrada y me llega… Ohhhhhhh.


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