Estaba esperando el momento en que quedáramos a solas, y por fin había llegado. Toda la gente de la fiesta dormía y estábamos solos él y yo en el sofá de la casa.
La luz era tenue, podía ver su cuerpo fuerte y marcado y sentir el calor que desprendía de lo cerca que estábamos. Comienza a tocar mi pierna, de la rodilla hacia arriba acercándose cada vez más a mis bragas.
Mientras, me besa el cuello y siento su respiración en mi oído, y eso me calienta tanto que me olvido de que alguien pueda aparecerse en el living. Me dejo llevar, cierro los ojos y siento como su mano baja mi braga, lo beso y su lengua húmeda entra en mi boca sin frenos, traviesa, pidiendo más.
Uno de sus dedos entra suavemente en mi vagina, que está mojadísima por lo excitada que me tiene. Lo mete y lo saca una y otra vez hasta que los gemidos salen de mi boca y de la suya. Me levanto y lo dejo abajo, acostado esperando expectante a mi siguiente movimiento. Ya no puedo esperar más por tener su pene en mi boca, desesperada le bajo el pantalón y se lo agarro con una mano mientras que con mi lengua lo devoro. Una y otra vez subo y bajo con mi boca y me agarra desde el pelo para llevarme el ritmo, siento la presión de sus caderas y sus gemidos son fuertes y excitantes. Me monto sobre él y no puedo parar de moverme, se siente tan bien tenerlo adentro, duro y grandote una y otra vez. Nos besamos en la boca, en el cuello, me chupa los pezones y nuestros cuerpos se rozan. Estoy sobre él y siento su pecho rozando mis pezones, me agarra firme de la espalda y me voltea, ahora él está sobre mí.
Con su lengua comienza a chuparme el clítoris y dos de sus dedos entran y salen de mi vagina mientras me retuerzo del placer. No aguanto y agarro su cabeza para presionarlo contra mi casa vez más hasta llegar al orgasmo. Ahora mete su pene y agarrándolo de sus nalgas lo empujo contra mí, deseosa porque se venga conmigo.
Con un fuerte gemido se detiene y lo siento dentro de mí, jugoso y satisfecho.
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