Las primeras líneas de los textos donde no habitas, son estas.
La fugacidad de lo que hubo entre los dos. Lo efímero de tu cuerpo. El sabor lúgubre que deja la carne después del calor corporal incierto.
-Preferí clausurarme para ti-
Las segundas líneas de los textos donde no habitas, son estas.
Se las regalaré al vagabundo y al roto, para componerlos.
-Tienen tanto amor que podrían ayudarles-
También se las encargaré al remolino, que las lleve a alguien. Cualquiera. El que cruza la avenida y el cobarde que espera encima de la acera.
Las terceras líneas de los textos donde no habitas, son estas.
Son para el que vende lunas en la florería y el que vende flores de la luna. Ambos embusteros.
-Caminé tanto en puntillas, para no tropezar con tus argumentos-
Mi amor por ti fue ente servil, con delantal blanco…
Las casi últimas líneas de los textos donde no habitas, son estas.
¿Te sucedí y no supiste verlo? Es extraño viniendo de un inteligente trapecista. Calculista.
-Tan solo con pedirlo me hubiese quedado –
Son para ti que lees esto, por si te hicieran falta. No dicen nada, pero dicen todo, porque ya no son tuyas y aun así estás en ellas.
Y las primeras líneas de los textos donde no habitas no son las de arriba, ahora son estas.
*Texto que pretende funcionar como respuesta/complemento de “Soliloquio para dos”. (Entendiendo que lo pretendido no siempre se logra).
https://www.cortorelatos.com/relato/36887/soliloquio-para-dos/
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