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Nos ayudamos a convocar un nuevo día que nos irá marcando la ruta por la que nos movemos, que es intensa.
Nos preparamos para desayunar con una fórmula casi mágica que nos envuelve de algodón azucarado. Hemos dado con los fines más maravillosos.
Descollamos entre singularidades que nos proponen qué hacer cada jornada. Es mucho y bueno. Nos medimos.
Consolidamos los espacios que antes fueron verdes. Los azulamos para vivir en la paz de antaño, que nos permitirá evolucionar.
Nos encantamos con estos nuevos derroteros que nos multiplican para llegar un poco más lejos. Nos atrevemos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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