Un amigo mío, electricista de profesión, ha visitado el Congreso de los Diputados durante una sesión. Me cuenta todo lo que vio en una carta que acabo de recibir y que quiero compartir con mis sufridos lectores.
—Comenzó hablando un panadero, es decir, un alimentador. La cosa prometía, habló del campo y lo hizo con fuerza. Poco a poco, su discurso iba perdiendo intensidad. Al final, tras su primera acometida se descargó del todo.
Luego le contestó otro del arco parlamentario opuesto, un tipo gordo, con mucha masa. Empezó con energía, pero sin nada de chispa, tanto que su arenga en seguida acabó por apagarse.
Un tercero acusó a los parlamentarios de haber entrado en la política por enchufe, ese comentario fue el generador de la subida de tensión en el hemiciclo. Aunque hubo alguno que intentó hacer de aislante, la bronca no encontró resistencia. La situación era del todo electrizante. Incluso asistí a una caída y la posterior toma de tierra.
Llegué a la conclusión de que los parlamentarios son gente corriente. Muchos de ellos son una carga pues carecen de potencial. Conocí a personas que creía de gran capacidad, pero creo que hay mucha gente bobina entre ellos. Además, abundaban los plomos.
Los señores diputados pueden llegar a ser muy «bornes».
Solo espero que su contacto no me dé garrampa de por vida….
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