Me encanta perder contigo...
Por Carla
Enviado el 09/01/2020, clasificado en Adultos / eróticos
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—Vamos a jugar, querido.
—¿A qué, Carla?
Cuando empiezo un juego, Luismi sabe que le voy a ganar.
—Vamos a simular que no nos conocemos. Y no podemos besarnos en la boca. El primero que besa, pierde.
—¿Y eso?
—Ya verás.
Me giro y pongo en marcha la lista del reproductor. Mientras, él prepara un par de copas.
Regreso hacia él recorriendo la estancia como una pantera que busca su presa. Con la copa en la mano, empiezo.
—¿Te han dejado solo esta noche? —le pregunto suavemente con voz un poco aniñada.
—No. Te esperaba hace muchas noches. --me sigue el juego. —¿Quieres bailar?, ¿o lo hacemos directamente?, --pregunta.
Le miro a los ojos, sonrío y le hago un guiño que le sorprende:
—Bailemos.
Empieza a sonar una canción, no es una pieza muy lenta, aunque sí muy sensual, pero igualmente ella le rodea con sus brazos, sus manos acariciándole suavemente nuca y pelo. Se pega a él apoyando sus senos en su cuerpo. Luismi recorre sus caderas hasta llegar más abajo del final de la espalda y deposita allí sus manos abrazándola. Fijan los ojos el uno en el otro; el reto, resistirse a dar el primer beso.
El ritmo no impide que se acoplen y Carla mueve su cintura torturando a Luismi en cada nota. Sopla levemente su cuello y se acerca a besarle el lóbulo de la oreja, deslizando por él su lengua, despacio, para finalizar atrapándolo con sus labios.
Él no se queda atrás y consigue deslizar las manos bajo el vestido para acariciar la piel de sus nalgas. Sus dedos acarician su entrada trasera siguiendo el hilo del tanga.
Ante el ataque inesperado, ella redobla su rozamiento por delante, sonriendo con su mirada pues ya nota una gran inflamación marcando el pantalón del hombre.
Le muestra sus labios abiertos y pasa su lengua por ellos terminando con un pequeño mordisco en su labio inferior.
—¿No tienes hambre?, le dice Carla, seductora.
Se acerca un poco más a los labios de Luismi y con ojos de deseo los mira y acerca a ellos su lengua como si fueran su fuente y ella acabara de atravesar el desierto.
Y sin darse cuenta, él acepta esa lengua, la atrapa con la suya y cubre su boca. Ella no rechaza el beso, lo continúa, sus manos se deslizan espalda abajo y le agarra también sus nalgas para sentir más fuerte esa polla que oculta el pantalón.
—Has perdido.
—Lo sé. ¿Cómo creías que iba a poder resistirme a ti?
Carla ríe divertida, pensando en la próxima jugada.
—Estás castigado, querido.
—¿A la cama sin jugar más? —pregunta él haciendo un puchero.
—Más bien estaba pensando en darte a comer un buen postre...
—Me encanta perder contigo, princesa.
Luismi desliza el tanga hasta el suelo y la sienta en el respaldo del sofá. La echa hacia atrás y abre sus piernas de par en par. Contempla la vulva brillante por la humedad y se relame. Ella se excita aún más sabiendo lo que contempla. Siente dos dedos que penetran su vagina y al mismo tiempo una lengua que recorre sus labios completamente, sin dejar ningún resquicio por lamer.
—Mmmmm... —escucha Luismi . Lento pero firme, va trazando círculos cada vez más concentrados en su clítoris y los dedos curvados van entrando y saliendo sin pausa con un ritmo regular.
Ella manosea sus pechos sin ninguna delicadeza, el momento lo pide, siendo sus caricias más intensas cuando más cerca está el momento que desea. Respira profundamente y gime. Luismi mira de reojo sus tetas, su cara de placer y siente su sangre acumularse en su polla.
Se elevan sus caderas acercándose más al rostro de él.
—Sigue, asiiiiiii, no pares... mmmmm!
Luismi no piensa parar. Ni su lengua ni sus dedos se detienen.
—Jodeeeeeeeeer... —inspira y aguanta el aire en sus pulmones... que suelta cuando su conciencia se difumina y gime con desesperación hasta que el orgasmo va cediendo y despacio va recuperando la respiración.
—Sabes perder muy bien, querido... mmm, vamos a tener que hacer algo por ti...
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