Mi Primera Virgen

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Melba es una linda chica de 18 años hija del mayordomo de la hacienda de mi padre, de tez trigueña, 1,50 de estatura, senos medianos y firmes y una cintura delgada que realza su bello trasero.

Siempre que la encontraba a solas le hacía algún comentario insinuante, pero ella solo se sonrojaba y nunca contestaba, además, siempre estaba su madre o su hermano en los alrededores.

Aquel fin de semana ocurrió algo inesperado, a la mama de Melba le dio un fuerte dolor de estómago y todos pensaron que era una apendicitis así que mi padre decidió llevarla al hospital del pueblo para que la revisaran quedando en la casa principal solamente Melba y yo.

- ¿Tienes novio? - le pregunté secamente.

- Nooo como se le ocurre – contestó ella rápidamente.

Sin decir más, me levanté de la silla y me dirigí hacia ella, al llegar me incliné y empecé a darle un delicioso beso al cual ella respondió muy tímidamente.

Sabiendo que el tiempo era corto, tome su mano y nos dirigimos a mi cuarto y al llegar le indique que se sentara en la cama.

- Pero esta es su cama patrón – dijo ella.

- Pero tienes mi permiso, te invité a estar en ella no te preocupes – le dije mientras la empujaba suavemente hasta hacerla sentar. - ¿Por qué no tienes novio?

- Porque el Jose me besó una vez y me pareció feo, además soy muy chica para eso.

- ¿Y mi beso si te gusto?

- Si dijo ella, es suave y delicado no como el que me dio el Jose.

Me quité mi camiseta y me senté a su lado volviéndola a besar y poco a poco bajando mis manos hacia sus senos y acariciándolos suavemente por encima de su blusa, notando que sus pezones se empezaban a endurecer y que sus manos tímidamente recorrían mi pecho.

Mis manos hábilmente se deslizaron por debajo de su camisa y empecé a subirla hasta quitarla totalmente, luego mientras continuaba besándola le quité su sostén y me dirigí hacia sus lindas tetas.

Suavemente y con cuidado lamí una y otra hasta dar un pequeño chupón en uno de sus pezones y escuchar un pequeño gemido de su boca. Me levanté y me desnudé parándome frente a ella quien se quedó totalmente inmóvil. Yo esperaba que me diera una buena mamada, pero ella seguía solo sentada sin hacer nada.

- Abre la boca – le dije. - Chúpalo como si fuera un helado.

De inmediato ella abrió la boca, le introduje mi pene en ella y me hizo la peor mamada que he tenido solo abría la boca y ya.

Pensando que no todas las mujeres son hábiles con el sexo oral, la empujé delicadamente sobre la cama y procedí a desvestirla totalmente. Abrí sus piernas y empecé a darle sexo oral. Los gemidos y las exclamaciones fueron subiendo de volumen que agradecí ser los únicos en la casa.

Me arrodille frente a ella y la penetré suavemente, hasta que sentí que algo le hacía resistencia, pensé que no estaba bien ubicado así que me alineé mejor y la penetré nuevamente, esta vez haciéndolo con más fuerza. Un grito agudo de dolor escape de su boca y de inmediato me sobresalté.

- ¿Que te pasó?

- Me dolió mucho. -no sabía que eso dolía tanto.

- ¿Cómo que no sabías?, ¿no has estado con un hombre antes?

- No patrón usted es el primero.

En ese momento entendí que había tomado su virginidad y por ello la falta de experiencia en todo, de inmediato la besé mientras empezaba suavemente a penetrarla y mis manos acariciaban su clítoris para darle placer.

Ya pasado el dolor inicial, el placer de sentirse totalmente penetrada la hizo entrar en un éxtasis, se agarraba de la sábana con cada penetración y gritaba como loca pidiéndome que la penetrara más y más fuerte

Al cabo de unos minutos tuvo su primer orgasmo y vi como un líquido medio rojo se escurría de su conchita. Caí sobre ella y nos giramos para que quedara encima mío y empujándola suavemente de sus pechos la hice sentar encima mío, obviamente sintió que mi pene penetraba más profundo en ella y eso le gustó. Ahora instintivamente empezó a moverse arriba y abajo cabalgándome salvajemente mientras mis manos jugaban libremente con sus hermosos y firmes pechos.

Sentía que ya era hora de terminar, así que la gire nuevamente para dejarla acostada en la cama, abrí sus piernas y las coloqué en mis hombros mientras la penetraba fuertemente con el afán de terminar mi faena pronto, así estaba cuando un ruido fuera de la habitación me hizo dirigir la mirada hacia la ventana abierta, y allí estaba María, una negra que trabaja en la hacienda, masturbándose mientras nos veía. Al ver que la había visto solo siguió masturbándose mordiéndose los labios para no gritar, así que yo volví a mi labor, le di unos buenos y fuertes embates a Melba y me vine dentro de ella.

La bese y le agradecí que me hubiera entregado su virginidad y nos vestimos justo a tiempo para ver regresar a todos del hospital. Al parecer no era nada grave, solamente algo de comida que le había caído mal a su madre

Ya les contare luego que paso con María, pero les adelanto que esa negra es candela!


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