DESCONEXION

A veces tenemos que desconectar del mundo para encontrarnos a nosotros mismos.

Tenemos que aislarnos, pues solo así podremos aclarar nuestras ideas y escuchar nuestra conciencia y así poder descubrir la verdad sobre nosotros y nuestra vida, para evitar perder la cordura o recuperar la poca que nos queda.

Es importante poder tener ese periodo de reflexión con uno mismo, especialmente cuando estamos pasando por momentos complicados, en los que ni siquiera nosotros sabemos quiénes somos ni a donde vamos o que es lo que está pasando en nuestra vida.

Y eso nos pasa, que hay un momento en nuestra vida que deseamos con todas nuestras fuerzas aislarnos, protegernos del mundo y de las personas que nos rodean. Momentos en los que no quieres escuchar a nadie, donde todo aquel que se acerque a ti te resulta una molestia.

Y es curioso, porque no quieres que se acerque nadie y la única persona con la que anhelas estar cerca no lo está, lo que provoca más angustia y dolor.

Pero ese instante, ese preciso momento en el que estamos solos aislados del mundo es como mejor regalo divino. Porque parece que nada ni nadie te perturba. Si bien es cierto, que luego debemos volver a la realidad, no hay nada de malo en aislarse de vez en cuando. Especialmente cuando estamos cansados y hartos de todo.

No es fácil aislarse, porque siempre habrá alguien que no respete tu momento. Pero debemos hacerlo.

Y así estamos la mayoría, queriendo estar lejos del mundo y de nuestro propio mundo. No queremos tener a nadie cerca. Quizás el dolor, el daño, los palos que nos han dado la vida han hecho que nos queramos  alejar. Quizás sea el cansancio y la necesidad de un paréntesis en nuestras vidas, para luego retomarla con fuerza o porque tengamos un vacío que no logramos llenar o simplemente porque si, porque queremos.

Lo único que sé es que, a veces, es necesario desconectar para volver a empezar.