Silencios sin preguntas,
execrando interrogantes que repugnan.
Silencios sin respuestas,
callando sus deseos de vociferar ofensas.
Silencios lacerantes,
creando caos con su mutismo aberrante.
Silencios recíprocos
en prolongar la maldición que traen consigo.
Silencios indómitos, incorregibles;
silencios desperdiciados;
silencios que no logran ser descifrados.
Silencios obsesivos,
creando y recreando la angustia de las ideas,
asfixiando con pensamientos intrusivos.
Silencios pasivo-agresivos
insistiendo en la procrastinación,
se disfrazan de olvidos
y no consienten dominios.
Silencios estridentes
que solo son ruidos de la mente:
inexpresados, ahogados,
no hallan el modo de ser verbalizados.
Son tus silencios y son los míos,
es la tóxica confluencia de nuestros mutismos.
¿Escuchas la nada?
Disculpa, no quise interrumpir tu silencio,
me quedo con el ruido que traes en la mirada,
callo y tampoco digo nada.
Aly Davis Pérez
22 de febrero, 2016
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